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Por: Jorge Herrera Valenzuela

Ráfaga

(Usemos el cubrebocas, México nos necesita unidos a TO2).

Nueve meses de este año confinados los millones de mexicanos que no queremos ser contagiados ni portadores del COVID 19, estamos dispuestos a mantenernos encerrados por quién sabe cuántos meses más.

Cuidar la salud personal es primordial, es prioritario, pero aquellos que se quedaron sin empleo, sin ingresos para sostener a la familia, al igual que los salen de casa en busca del sustento, cayeron ya en la angustia, no hay ningún programa de apoyo gubernamental para los más necesitados.

Atravesamos por caminos sinuosos y sin ruta fija, no hay una meta definitiva. Cuando se suponía que estábamos rumbo al descenso de contagiados, a la disminución de ocupación de camas hospitalarias, llegó el aguinaldo y la gente invadió las céntricas calles de la Capital del País, abarrotaron las tiendas departamentales, les urgía hacer sus compras. Se olvidaron de usar el cubrebocas, desdeñaron el guardar la sana distancia y menos lavarse las manos con agua y jabón. Resultado lógico: pasamos, en horas, del 39 al 71 por ciento de saturación en los hospitales del IMSS, del ISSSTE y del resto del Sector Salud.

La voz popular clama por medidas más estrictas para los que andaban en las calles, con o sin motivo.

Calificamos de irresponsables a los que deambulaban sin usar el cubrebocas o una careta. ¿Por qué no se cuidan? He ahí toda clase de contestaciones, la más en el sentido de que el Presidente de México nunca la ha usado y no le pasa nada o bien el señalamiento del funcionario que está al frente del combate o control de la situación, unas veces minimizando el problema, otras culpando a terceros, hablando de semáforos rojos, amarillos, naranjas y verdes para terminar diciendo “los colores no importan”.

CLAUDIA ATADA DE MANOS

El viernes por la noche frente a las cámaras de televisión, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, jefa del Gobierno de la Ciudad de México, sufrió la presión de los reporteros con la pregunta obligada: “¿Estamos en semáforo rojo?”. El riesgo de contagio es de alto rango, pero la funcionaria no podía dar el esperado y angustiante “¡Sí!”, solo pronunciaba tres palabras “Estamos en emergencia”. Su rostro reflejaba el no tener el visto bueno del hombre que vive en Palacio Nacional y no paga renta.

Hasta unas semanas, la funcionaria manejó con libertad y habilidad el problema pandémico, pero tuvo que dar giro su acción para no enfrentarse al tabasqueño. Recién pudo ordenar cierre de tránsito vehicular en los accesos a lo que conocemos como “Centro de la Ciudad y limitar los horarios a los establecimientos comerciales. Todo con la finalidad de evitar el desplazamiento masivo de la gente renuente a observar las medidas sanitarias.

Desde el mes de marzo el Presidente de México fue indiferente al mal que golpeaba al mundo asiático, europeo y americano. Lo minimizó, invitó a sus gobernados para que salieran a la calle, fueran a comer a los restaurantes, se saludaran de mano, se dieran abrazos. Y así siguió en abril y meses subsecuentes, tras de nombrar a un subsecretario para hacer frente al problema, cuya primer fases fue dar conferencias de prensa, revelando cifras de contagiados, encamados y fallecidos. Por esos días el Jefe del Ejecutivo Federal declaró que la pandemia le “cayó como anillo al dedo”.

En todos los países afectados se decretó el uso obligatorio del cubrebocas. Toda persona que anduviera en la calle, debía de llevarlo puesto. Los jefes de Estado aparecían, y aparecen, en público con ese aditamento, salvo el de México por consejo de su subsecretario de Salud que tampoco lo usa. ¡Trump tampoco lo usa!, dice la gente que camina en una banqueta de la Av. 20 de Noviembre, en el Centro Histórico.  Le hubiese respondido: “Él no es el presidente de mi querido México”.

Las constantes contradicciones en que incurre el gobierno federal, al grado de que diez gobernadores separatistas arman sus propios programas contra la pandemia, al mismo tiempo confunden a las mayorías que mantienen el permanecer en sus casas, mientras “el pueblo bueno y sabio” se aglomera en lugares públicos, arma sus planes para las posadas y las reuniones masivas con motivo de la Nochebuena, desean pasar una “muy feliz” Navidad y despedir con jolgorio el pandémico año del doble 20.

NO MEDIDAS RESTRICTIVAS, EL PRESIDENTE 

En los momentos más críticos de la pandemia, en el Valle de México, por enésima ocasión el Presidente de México afirma con mucho aplomo, desde su mañanera de este lunes 14, que  el gobierno no aplicará ninguna medida restrictiva para frenar los contagios del COVID 19, porque “hay que cuidar la libertad”.

“Válgame Dios, diría mi abuelita, ve el temblor y no se hinca”. La gente sigue invadiendo las calles céntricas sin guardar la sana distancia y cientos sin usar el cubrebocas. El huésped de Palacio Nacional, por lo oído,  desconoce o no le han comunicado declaración de los directivos del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, en el sentido de que si no se hace efectivo el “quédese en casa”, para Enero no habrá camas disponibles en los hospitales, faltará equipo médico y los facultativos, enfermeras y camilleros no podrán dar atención eficiente, por agotamiento.

Además de las 200 colonias de la Ciudad de México, aunque no se diga, tienen “foco rojo” (nos acostumbraron a colorear la pandemia) y este abarca muchas zonas de la República. Mí estimada colega, periodista y escritora, Rosa María Campos, con un dejo de tristeza, me dijo que eso del “verde” en Veracruz, simplemente no es verdad. Rosita radica en tierras jarochas. No se entiende porque los morenistas están empeñados en minimizar un mal que aqueja a todo el mundo y en México al finalizar el año rondará en 120,000 muertos. Espero que estemos exagerando.

P.D. Les comento que el 16 de diciembre de 1951 fui miembro fundador del Grupo de Periodismo, dirigido por el licenciado Agustín Cué Cánovas, en el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana…El 16 de diciembre de 1954 recibí mi primer premio periodístico al participar en el Certamen del Centenario del Plan de Ayutla, por mi artículo sobre ese tema, publicado en la Revista Dinamismo. La ceremonia fue en la Sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes. El representante presidencial: el licenciado Fernando Román Lugo, subsecretario de Gobernación, puso en mis manos un diploma firmado por don Ángel Carvajal, titular de Gobernación.

Desde estas líneas envío a todos Ustedes, distinguidos visitantes de la página, una FELIZ NAVIDAD y un MEJOR 2021.

Nos encontraremos, Primero Dios, el miércoles 6 del entrante Enero.

jherrerav@live.com.mx