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Por: Jorge Herrera Valenzuela

A L F A   O M E G A

Marina Herrera Aragón nació el 18 de julio de 1927, en Cárdenas, San Luis Potosí.

Con el nombre de Marilú debutó el 20 de noviembre de 1940 en un teatro de Monterrey, como cantante de boleros y tangos.

La niña y su mamá estaban inquietas porque no veían ninguna publicidad y al encontrarse con el empresario, Jorge Malume, éste les dijo que en toda la ciudad estaban los carteles anunciando la presentación de Marilú, lo que confirmaron inmediatamente. El éxito fue rotundo en la capital del norteño Estado de Nuevo León.

El maestro de ceremonias del club nocturno Waikiki, de la Ciudad de México, Rafael Águila Palafox, en 1943 la “bautizó” como “Marilú, la Muñequita que Canta”, cuando alternaba con las también cantantes Lucha Reyes y Lupita Torrentera.

“El Chato” Guerra, empresario teatral, así la presentó en las carteleras del Teatro Follies, en la Capital Mexicana.

Preciso a nuestros visitantes a este portal digital que estaba comprometido a terminar en esta entrega con mi comentario en torno a Leyendas Vivientes del Cine Mexicano, pero en el camino me encontré con la historia de una cantante que lleva 81 años ininterrumpidos, enamorada de su profesión: cantante de boleros y tangos. Vigente como la oí en los años del pasado siglo.

En noviembre de 2008 en entrevista periodística, expresó: “Mi vida es cantar y seguiré haciéndolo hasta que el público me lo permita, cuando ya no me acepte, seguro que voy a llorar y tendré que retirarme, pero mientras eso no suceda, seguiré porque aún tengo facultades”.

Estoy seguro de que Marilú debe figurar en el libro de los Records Guinness, además de ser la única artista en el mundo del espectáculo que ha dedicado casi toda su vida a cantar y lo acaba de hacer la noche del martes 20 de este mes, durante el homenaje organizado en su honor, en el programa Canto, Amor y Guitarras, transmitido por Facebook y en el que Pavel Granados, director general de la Fonoteca Nacional, hizo una sentimental e histórica semblanza de nuestra orgullosa potosina.

Es un deleite recorrer los pasajes de la vida de Marilú. Cada uno encierra un verdadero tesoro histórico. Sus primeros pasos a los 12 años en Tampico, Tamaulipas, al ganar dos certámenes de canto en una radiodifusora. Su relación profesional en Tampico con Don Catarino y con Paco Miller y en Monterrey con Jorge Malume.

Cada capítulo despierta el interés de conocer a una potosina que goza  la vida al estar cantando. Nos habla de una infancia inédita y el principio de una juventud igual de sorprendente. Alfonso Brito también la contrató para sus espectáculos teatrales en el Distrito Federal.

Dar el salto a la Ciudad de México y recorrer los tablados teatrales, los centros nocturnos de primera categoría, Waikiki y El Patio, la llevaron a los primeros planos de la popularidad. Su nombre sonaba en todo el país y poco después en Latinoamérica, misma que recorrió para deleite de los aficionados a escuchar boleros y tangos en la voz dulce, potente, radiante de romanticismo de Marilú.

EL CANTO SIEMPRE LO MÁXIMO

Hace mucho tiempo que no saludo personalmente a tan distinguida dama. La conocí por mi amistad con ese gran caricaturista que fue David Carrillo, quien en 1988 ilustró mi reportaje “La Radio, El PRI y El Destape”, editado por Editorial Diana. Marilú y David duraron cerca de 50 años de vida matrimonial. Él era originario de Villa Aldama, Nuevo León, y dedicó 75 años de su vida a la caricatura. Decano de esa imprescindible profesión en el periodismo impreso: monero, caricaturista, cartonista y dibujante. En otra ocasión habré de comentar la obra, con detalle, de un hombre que nos dejó en 2015, a los 95 años.

Con su hija Elvira compartí un viaje de periodistas invitados por el Departamento de Turismo, de Estados Unidos. Elvira era directora de la Revista Vanidades y actualmente radica en Estados Unidos. Entonces me aficione a redactar reportajes de temas turísticos en mi añorado diario La Prensa.

Como está comentado, el interpretar boleros y tangos es lo más importante en la vida de Marilú, quien convivió con los más destacados compositores de antaño como los tapatíos Gonzalo Curiel, Gabriel Ruiz y Pepe Guízar, entre sus éxitos “Amor, Amor”,  “Vereda Tropical” y “Guadalajara”, respectivamente.  Imposible que en este corto espacio pueda referir la carrera musical de una persona que tiene, en la mente y en su corazón, una historia completa de los últimos 80 años de este tema

Son muchas las anécdotas que hay. Contó Marilú que ella no se puso ese nombre ni tampoco lo de “La Muñequita que Canta”, sino que el locutor Rafael Águila Palafox, quien la presentó así en el Waikiki y él acostumbraba despedirse diciendo que se iba “el rorro que anuncia”. Sus primeros apoyos, Don Catarino y Paco Miller, eran cómico y ventrílocuo, siempre la trataron con mucho respeto y cariño pues era una niña de 12 años al iniciarse en el canto. Por supuesto su mamá Ángela no la dejaba sola ni un segundo y actuaba, oficiosamente, como su representante.

SU PASO POR EL CINE Y LOS DISCOS

Marinita La Niña Precoz, como la llamaron en los dos concursos de radio, ganó y también así fue presentada en sus actuaciones carperas, “porque no eran propiamente teatros, sino carpas desmontables”. Estaba entre los 12 y 14 años, aunque empezó a cantar a los 9 en la escuela primaria y en fiestas caseras. Bueno, salía de la niñez y la jovencita Marilú formó parte del elenco de la película “Los Hijos de Don Venancio”. Era el año 1944. Esa cinta de comienzos de la Época de Oro, hoy es parte de la programación en algunas televisoras.

Joaquín Pardavé, actor y director de ese film, conocía a la graciosa jovencita y la invitó junto con nacientes estrellas cinematográficas: Alfredo Varela, “Varelita”, Rafael Baledón, Roberto Cañedo y a un ídolo del futbol, Horacio Casarín. Marilú, tierna, dulce e ingenua, apareció con su nombre y el guanajuatense Pardavé la incluyó en “Los Nietos de Don Venancio” y en “El Barchante Neguib”, en esta actuó la entonces futura “abuelita”, Sara García. Después actuó al lado de todas las estrellas cinematográficas y desgraciadamente no hay espacio para platicarles más.

Tan abundante su filmoteca como su archivo discográfico. Marilú comenzó ganando 4 pesos por función en Monterrey, aunque el empresario Malume le había ofrecido 6. Ahí, en esa capital, debutó el 20 de noviembre de 1940. Impresionaba que una chiquilla de 13 años de edad tuviese portentosa y afinada voz, además la seguridad demostrada al interpretar las canciones.

En plena juventud, a los 25 años, Discos Peerless le abrió los estudios de grabación y su primer disco fue con la composición “Veleidad” (no encontré la letra ni el nombre del compositor) y fue tal el éxito que rompió record de ventas. Después grabaría “Consentida” y siguió con una producción selecta incluyendo un Álbum  de las composiciones de Gonzalo Curiel, en los estudios de la RCA Víctor, la de la gran bocina y el perrito. Otro muy solicitado ha sido el Álbum de Tangos de Buenos Aires. No dejen de escuchar a Marilú deleitándonos, con su muy singular estilo, “Amor Chiquito”.

Es de caballeros y colegas agradecer a mi estimado colega Armando Rojas Arévalo que me haya contactado con la muy atenta Marina Azuela Herrera, hija de Marilú y de su primer esposo, Antonio Azuela Rivera, cuyo recorrido en esta vida de casi cien años es narrado en un libro escrito por el maestro Oscar González Azuela, titulado “Antonio Azuela Rivera, El Patriarca”. La frase entrecomillada y con letras negras es un fragmento de la entrevista que hizo René Muñoz López a nuestra figura principal de este sintetizado comentario.  

P.D. Será la próxima semana cuando termine mi comentario en torno a “Las Leyendas Vivientes del Cine Mexicano” que incluirá a la triunfadora del segundo concurso Miss Universo…Tres acontecimientos sobresalen mi agenda de esta semana…El 22 de octubre de 1575 el virrey de la Nueva España, Martín Enríquez de Almanza, asistió a la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes, que en 1824 se convierte en Ciudad anexada a Zacatecas, de la cual se separa el 23 de mayo de 1835 y surge como Estado de Aguascalientes… He aquí la historia del Día del Médico en México desde 1937, instituido por el presidente Lázaro Cárdenas. En esa fecha, pero de 1833, el presidente interino Valentín Gómez Farías creó el Establecimiento de Ciencias Médicas; él era médico egresado de la Universidad de Guadalajara y esa institución fue uno de los seis colegios de la Dirección de Instrucción Pública. Los médicos reunidos en una Convención Nacional en Cuernavaca, Morelos, celebraron en 1937 el primer Día del Médico…El 21 de octubre de 1833 en Estocolmo, Suecia, nació Alfred Bernhard Nobel Ahlsell, químico, ingeniero, escritor e inventor de la dinamita. Antes de morir, el 10 de diciembre de 1896, creó el Premio Nobel para estimular a científicos, humanistas, literatos e impulsores de la paz. Tres mexicanos lo han recibido: Alfonso García Robles, el de La Paz, en 1982. El de Literatura 1990 fue para Octavio Paz y en 1995 el de Química, José Mario Molina Pasquel y Henríquez. Los tres ya fallecieron.

jherrerav@live.com.mx