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Por: Ricardo Monreal Avila

El Capitalismo, sistema político y económico dominante en la actualidad, ha sido profusamente analizado desde las más variadas disciplinas de las Ciencias Sociales, como la Economía, la Sociología y la Ciencia Política, y también desde el Pensamiento Filosófico Moderno. 

Este sistema se fundamenta en la acumulación, ya sea de recursos económicos o de bienes, garantizando su pervivencia mediante la producción y los maleables hábitos de consumo.

Una vez que la propiedad privada se consolidó como un derecho fundamental de las personas, adquirió una posición central en la dirección de los esfuerzos del naciente Estado moderno, para garantizar su protección jurídica e incluso para favorecer las condiciones que permitieran la libre empresa y los ánimos de acumulación de aquellos con los recursos a su disposición.

Las relaciones sociales entre las personas inmersas en el seno del sistema capitalista se complejizaron; la causa fue el lugar que paulatinamente se le fue asignando a cada quien, como resultado de la propia actividad económica, lo cual Karl Marx identificaría como una nueva forma de lucha de clases: el proletariado contra la burguesía. 

Con el tiempo, la dinámica misma del capital ha hecho que éste se vuelva mucho más agresivo —salvaje, para algunas voces—, y que no resulte importante sacrificar derechos y hasta el equilibrio del medio ambiente, con tal de que la acumulación sea cada vez mayor y más eficiente, para beneficio de las élites económicas que se encuentran en la cúspide del sistema.

El desenvolvimiento del capitalismo ha dado lugar a una sociedad más deshumanizada, que centra sus esfuerzos en lograr el bien individual antes que en buscar un bien común. En el interior del sistema, las relaciones entre las y los individuos se han hecho efímeras y poco estables, líquidas, de acuerdo con la analogía realizada por Zygmunt Bauman, cuya inconsistencia provoca que los otrora sentimientos tan firmes y propios de la existencia humana, como el amor, dejen de tener importancia y se supediten a la vorágine consumista, intuitivamente alimentada por una especie de hedonismo narcisista. 

El actual jefe del Estado mexicano ha sido duramente criticado por muchas de sus declaraciones en las que pondera aspectos y características inherentes a las relaciones humanas, o en las que abiertamente critica la deshumanización a la que hemos llegado con el actual sistema político y económico que, a través del tiempo, ha promovido evidentemente aspectos negativos, como la reproducción de la corrupción. 

No obstante, el presidente López Obrador no es el único personaje que advierte del desgaste y las consecuencias negativas de este sistema. He aquí algunos ejemplos:

“La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos.

“Hay reglas económicas que resultaron eficaces para el crecimiento, pero no así para el desarrollo humano integral. Aumentó la riqueza, pero con inequidad, y así lo que ocurre es que ‘nacen nuevas pobrezas’. Cuando dicen que el mundo moderno redujo la pobreza, lo hacen midiéndola con criterios de otras épocas no comparables con la realidad actual.

“Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada, y sus derechos fundamentales ignorados o violados.

“No se debería ignorar ingenuamente que “la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca”. El “sálvese quien pueda” se traducirá rápidamente en el “todos contra todos”, y eso será peor que una pandemia.

“Algunos países exitosos desde el punto de vista económico son presentados como modelos culturales para los países poco desarrollados, en lugar de procurar que cada uno crezca con su estilo propio, para que desarrolle sus capacidades de innovar desde los valores de su cultura”.

“Los grupos populistas cerrados desfiguran la palabra ‘pueblo’, puesto que en realidad no hablan de un verdadero pueblo. En efecto, la categoría de ‘pueblo’ es abierta. Un pueblo vivo, dinámico y con futuro es el que está abierto permanentemente a nuevas síntesis incorporando al diferente”.

“El neoliberalismo se reproduce a sí mismo, sin más, acudiendo al mágico derrame o goteo… el dogma neoliberal es un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente”.

“La política no debe someterse al paradigma eficientista de la tecnocracia”.

“El perdón no implica olvido”.

“A partir del amor social es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados.”

Una doctrina es una enseñanza que aglutina en torno suyo un conjunto de ideas o principios que son propios de algún tipo de culto religioso o de una corriente filosófica, ideológica o política. 

Las citas previamente mostradas fueron tomadas de la nueva encíclica papal “Hermanos todos” (Fratelli tutti), en la presentación dominical matutina que realizó el Pontífice Francisco el 4 de octubre pasado.

¿Coincidencias doctrinales con lo enarbolado durante años por el actual primer mandatario mexicano? Posiblemente, pero no cabe duda de que igual se trata de premisas casi incuestionables y ampliamente combatidas por algunas voces de la oposición.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA