Por. Jorge Herrera Valenzuela
A L F A O M E G A
En estos días en que simbólica y austeramente se realizaron los festejos patrios los días días 13, 15 y 16, en todo el país, fue relevante y significativo que, salvo determinados detalles, los mexicanos hayamos recordado a los héroes y a las dos principales heroínas que participaron en el movimiento insurgente iniciado la madrugada del 16 de septiembre de 1810 el cura Miguel Hidalgo y Costilla, empuñando un estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe y seguido por un grupo de indígenas reunidos en la parroquia de la Virgen de Dolores, en el poblado de ese nombre, Estado de Guanajuato.
El mes patrio tiene este mes otras dos fechas importantes que celebrar. El 27 del año 1821 se confirmó la Consumación de la Independencia, luego de 11 años y 17 días de la guerra insurgente.
Terminaron 302 años de subyugación española. Se acabó la Nueva España, en que gobernaron 62 virreyes. El 30 que se recuerda el natalicio del Siervo de la Nación, José María Morelos y Pavón, en el año 1760 en Valladolid, hoy Morelia, donde el festejo oficial es tradicional e inclusive se suspenden las labores oficiales.
Mucho hablamos de los símbolos patrios y de su reglamentación para su uso. El Himno Nacional, La Bandera Tricolor y El Escudo Nacional, son esos símbolos que empezamos a conocer desde la educación prescolar, se organiza la escolta y se interpreta el coro y dos estrofas del Himno Nacional; ya en secundaria inclusive se integra la banda de guerra con los alumnos de tercer año. En los planteles de educación superior y en las universidades las ceremonias son con mayor solemnidad.
HUMILDE SASTRE GUERRERENSE
Desde el inicio de la lucha insurgente México ha tenido una bandera, aunque, reitero, el Padre de la Patria llevaba en su mano derecha un pendón con la imagen de la Virgen de Guadalupe. En el transcurso de los años se hicieron cambios de leyendas y escudos, incluyendo los de la época imperial de Maximiliano. Presidentes en el siglo pasado también impusieron sus modificaciones hasta que don Venustiano Carranza nos heredó la actual y fue él quien ordenó el diseño del escudo nacional.
Comentaré, por cronología histórica, el origen de nuestro hermoso lábaro patrio, nuestra enseña tricolor. El que primero fue realista, después se vistió de insurgente y terminó como Emperador de México, Agustín de Iturbide, tuvo la idea de que el Ejército Trigarante tuviese una bandera y que ésta representara a un nuevo país independiente.
Iturbide se encontraba en Iguala donde proclamó el Plan de Iguala o de Las Tres garantías. Hizo llamar a un sastre y personalmente al que pidió confeccionara una bandera con los colores blanco, verde y rojo, en diagonal, de derecha a izquierda, y al centro de cada franja una estrella dorada. De inmediato el sastre fue a Tepecoacuilco para comprar las telas e hilos para hacer los bordados.
Don José Magdaleno Ocampo, originario de Buenavista de Cuéllar, Guerrero, se puso a trabajar durante doce días. El taller estaba en un local modesto en el centro de Iguala, en la calle Francisco I. Madero 4, donde ahora está el Hotel Rivera. Para el 24 de febrero de 1821, a las 8 de la mañana, el humilde sastre puso en manos de Iturbide la bandera estaba cumplido el deseo del hombre que nació en Valladolid, hoy Morelia, bautizado con los nombres de Agustín Cosme Damián de Iturbide y Aramburu. Don José cobró 25 pesetas por su trabajo y se retiró. Nada más se supo de este hombre que murió en 1871, a los 90 años de edad.
El viernes 27 de septiembre de 1821, cumpleaños número 38 de Iturbide, los insurgentes encabezados por Vicente Guerrero y los realistas por Agustín de Iturbide como comandantes del Ejército, entraron con más de 16,000 hombres a la Plaza de la Constitución. Orgullosamente con la bandera que representaba en sus colores: la religión católica, la Independencia y la unión de mexicanos y españoles. Años más tarde ambos personajes fueron fusilados. Los restos de Guerrero están en la Columna de la Independencia y los de Iturbide en la Capilla de San Felipe de Jesús, en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
UN MICHOACANO DISEÑÓ EL ESCUDO NACIONAL
En junio pasado se cumplieron 50 años de la muerte de don Antonio Gómez Rodríguez, originario de Ecuandureo, Michoacán. Fue un pintor adoptado por los habitantes de Pénjamo, Guanajuato, quien tuvo el encargo de diseñar el Escudo Nacional. El presidente Venustiano Carranza en el mismo año que se promulgó nuestra Constitución Política, 1917, pidió al artista que tomara como base el diseño del escudo que se originó a la llegada de los hombres de Aztlán a Tenochtitlán para hacer el que estaría colocado en el lienzo central, el blanco, de la bandera mexicana.
Bueno, ¿quién era don Antonio? Leí que se dedicaba a la pintura desde muy joven. Salió de su pueblo a los 50 años de edad hacia el lugar donde nació Miguel Hidalgo, Pénjamo. Para entonces ya había atendido la petición del presidente Carranza. El Escudo como lo conocemos es el águila parada sobre un nopal, de perfil, a la derecha con las alas abiertas y levantadas, parada sobre la pata izquierda y en la derecha devorando una serpiente.
El michoacano hizo su trabajo en el taller que tenía en su domicilio de Hidalgo 73, donde vivió con sus abuelos. Ahí murió el 21 de junio de 1970. Vivió 82 años. Sus restos están en la gaveta 993 del viejo Panteón Municipal de Pénjamo. Dicen que está totalmente abandonada y que hace tres años se rumoró que los restos serían trasladados a la Ciudad de México.
Me enteré que en 1968 la serpiente fue “cambiada” por una víbora cascabel y que fue el pintor Francisco Eppens Helguera el encargado de hacer la modificación.
Agradezco a la profesora Laura Oaxaca Rojas “el tip” sobre el autor del Escudo Nacional y a doña Irma Fernández Viesca (Irma de Lozada como la conocemos en la Familia Gamos) que me envío un video, en blanco y negro, relacionado con el coro y las estrofas originales del Himno Nacional.
Creo que don José y don Antonio tienen los méritos suficientes para recibir honores en la Rotonda de las Personas Ilustres.
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Frente a la constante descalificación y persecución política hacia quienes ejercen el periodismo, ha comenzado un movimiento nacional al que me sumo, como exreportero diarista y actual comentarista en el periodismo digital, porque no es aceptable que el Presidente de México generalice en sus apreciaciones la conducta de articulistas, columnistas, editorialistas y editores, al grado de calificar de “pasquín del demonio” al diario Reforma.
En las conferencias mañaneras, a las que asiste un grupo de reporteros de redes sociales y muy contados profesionales del diarismo impreso, radiofónico y televisivo, comenzamos a escuchar que el hombre que vive y despacha en Palacio Nacional “arrió parejo” al llamar “prensa fifí”, “prensa conservadora”, “prensa que no quiere perder privilegios”, a las ediciones donde se critica al gobierno y se le cuestiona al Presidente de la República. Por supuesto que hay quienes aseguran que antes era igual o peor la censura y el control. Pues, ¿en qué quedamos, somos o no somos iguales? Mediante una publicación con cientos de firmas de académicos, intelectuales, periodistas y reporteros diaristas, se hizo un pronunciamiento nacional, un llamado de alerta, señalando que es “en defensa de la Libertad de Expresión”.
“El Presidente profiere juicios y propala falsedades que siembran odio y división en la sociedad mexicana. Sus palabras son órdenes: tras de ellas han llegado la censura, las sanciones administrativas y los amagos judiciales a medios y publicaciones independientes que han criticado a su Gobierno. Y la advertencia de que la opción para los críticos es callar o dejar el país”, apuntan en un párrafo los firmantes del escrito.
LOZOYA, VIDEGARAY Y ROSARIO
Estimado visitante de este portal periodístico, después de la rifa de un avión que no fue rifa de un avión, sino asignación de dinero a escuelas y hospitales oficiales, sigue la insidiosa promoción de una “consulta popular” para saber si “el pueblo sabio y bueno” quiere ver en el cadalso a los últimos cinco expresidentes, tres priistas y dos panistas, porque son responsables de que México haya progresado mediante corrupción e impunidad en sus acciones.
Desde el inicio de este pandémico sexenio todos los mexicanos aplaudimos que se abriera la batalla contra la corrupción y la impunidad, banderas de la campaña del actual Presidente de México. Comenzaron por detener y sujetar a procesos penales a una serie de personajes como Rosario Robles Berlanga, quien seguirá en prisión mientras no ceda y dé nombres de “gallones” que intervinieron en la llamada “Estafa Maestra”.
El Fiscal General de la República desea, como le indica su jefe inmediato, que la exjefa de Gobierno del Distrito Federal proceda igual que lo ha hecho don Emilio Lozoya Austin, ciudadano que goza de su libertad y jamás pisará un centímetro cuadrado del Reclusorio Norte
El asunto quedó en suspenso. Ya nada se informa oficialmente. Don Enrique Peña Nieto disfruta los días escribiendo sus memorias, allá en una finca española y sin que nadie lo moleste. Sus cuatro antecesores en Los Pinos, tranquilamente esperan su citatorio para ir a la horca.
Otro de los personajes enlistados para ir a juicio y prenderle fuego en la Plaza de la Constitución es don Luis Videgaray Caso, gracias a su amigo Lozoya Austin. El exsecretario de Hacienda y exsecretario de Relaciones Exteriores ya fue amplia y elogiosamente apoyado por el rector Martin A. Schmidt y los decanos David C. Schmittlesn y David Huttenlocher, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, después de que un grupo de estudiantes quería que lo expulsaran al profesor Videgaray por estar involucrado en una averiguación judicial en su país. El rector y los decanos calificaron al exfuncionario mexicano como “un colaborador valioso para el MIT”.
P.D. Con mucha tristeza participo a Ustedes la partida de un muy ameritado abogado especializado en asuntos penales, Enrique Priego Rodríguez, cuya carrera profesional se inicia en los finales de los años 50 como secretario del Ministerio Publico en el Hospital de la Cruz Roja, entonces ubicado en la esquina de Monterrey y Colima, Colonia Roma, Ciudad de México. Culminó su carrera como uno de los mejores agentes investigadores del Ministerio Público. Empeñoso, estudioso y con vocación de servidor público al lado de otro gran abogado, Heriberto Prado Reséndiz. Un abrazo solidario para mis queridos Andrés, Enrique y Marytere Priego Chávez, ellos y sus amigos estamos orgullosos de su padre y de su también finada mamacita Tere Chávez de Priego….Doble triste recuerdo: 19 de septiembre de 1985 y 19 de septiembre de 2017. Los dos terremotos que sufrimos en el país, principalmente en la Capital Mexicana. Todavía no nos reponemos de ninguno de los dos.
jherrerav@live.com.mx