Por: Jorge Herrera Valenzuela
R Á F A G A
Pareciera una broma, un chiste o simplemente un supuesto olvido y confusión momentánea, el que al referir hechos, nombres y lugares de los acontecimientos históricos, equivoque los datos.
Es delicado cuando el autor es un funcionario público, y más si es el Presidente de México. El comentario no es para sumarme a quienes satirizan o satanizan el desliz oral y lo difunden en las redes sociales, herramienta cibernética sin control y cementerio de muchos.
Considero negativo el no hacer las oportunas e inmediatas aclaraciones en aras de mantener incólumes, la investidura presidencial y la imagen institucional.
Quienes pueden resultar afectados, son los niños, los que apenas se inician en la educación primaria, básica y fundamental para su formación.
La materia de Historia Nacional, Historia Patria o Historia Mexicana, debería ser una de las tres principales en los planes de enseñanza.
Para nadie es desconocido que las nuevas generaciones, y no pocos adultos, no se interesan por conocer la historia de este país, no les importa saber quiénes han sido sus gobernantes.
Impartir la clase de historia, en Primaria o en Secundaria, es realizar un esfuerzo del profesor, pues debe hacerla amena, sin muchas citas de nombres, lugares y fechas. Despertar el interés radica en la interacción de alumnos y maestro.
Esta ocasión es una oportunidad no para rectificar a quienes confunden “la gimnasia con la magnesia”, sino de solicitar que haya más cuidado al hablar del Movimiento de Independencia, de la etapa Juarista o de la Revolución Mexicana, así como ubicar a los personajes de cada uno de esos capítulos para evitar los chascarrillos como esos de que “a Hernán Cortés, no le quemaron los pies”, ni tampoco es cierto que “Cuauhtémoc lloró en el Árbol de la Noche Triste”.
Debemos de entender que ese juego (?) perjudica a los niños y a los jóvenes, porque al oír que el Presidente de México afirma que Vicente Guerrero fue “el Siervo de la Nación” y que le dictó (?) el texto de Los Sentimientos de la Nación a otro héroe, Andrés Quintana Roo, resulta una muestra del desconocimiento de los pasajes históricos significativos para el establecimiento del marco jurídico de este grandioso país.
Una aberración más se registró cuando el hombre que vive y despacha en Palacio Nacional expresó que Carmelita Romero Rubio había sido la esposa de don Benito Juárez. El marido de Carmelita fue otro oaxaqueño, Porfirio Díaz. Y la recordada Margarita Maza estuvo casada con el Benemérito de las Américas y su nombre completo era: Margarita Eustaquia Maza Parada.
Distorsionar la Historia Patria nos conduce a una situación que es común, perder el sentido de la identidad nacional, como también lo es ignorar los nombres de los Presidentes de México.
He platicado con algunos jóvenes en torno a quienes han dirigido este país y solo recuerdan “al que ordenó la matanza del 2 de Octubre” y hablan de los hermanos Salinas de Gortari “por rateros”.
En una tienda de Orlando, Florida, me encontré con juego muy ilustrativo dirigido a los niños norteamericanos. Desde los primeros años de escolaridad a los pequeños les dicen los nombres desde el primer presidente de Estados Unidos de América hasta el actual, mediante tarjetas que llevan impresas las fotos y datos biográficos desde George Washington hasta Donald Trump. Por eso nuestros vecinos del Norte si hablan de sus 45 presidentes.
PREGUNTA PARA MEDITAR:
¿A partir de 1824 y hasta este pandémico 2020, cuántos Presidentes han gobernado a los mexicanos y cómo se llamaron?
jherrerav@live.com.mx