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Por: Ricardo Monreal Avila

Nunca en la historia de la humanidad se había presentado una situación como la que hoy estamos observando en el mundo.

Ni siquiera los peores escenarios que se registraron durante los puntos más altos y sensibles de la llamada “Guerra Fría” paralizaron el globo de la manera en que lo estamos presenciando en la actualidad.

Enfrentamos a un enemigo común, que no vemos, pero cuyos estragos son resentidos por la humanidad entera, en mayor o menor proporción.

La lucha va a continuar y es importante que cada quien actúe, en el ámbito de su influencia, de conformidad con lo que demanda el bienestar colectivo.

En México estamos dando una de las batallas más importantes de las que tengamos memoria, ya que están en riesgo la integridad y la vida de la población.

Tristemente ya se han presentado muertes, sin embargo, se trata de evitar que el número de víctimas se incremente exponencialmente, lo cual sólo se logrará si seguimos puntualmente todas las indicaciones que las autoridades, de manera encarecida, anuncian cada día; la principal de ellas: quedarnos en casa.

Lo que ahora nos parece un gran sacrificio, en el futuro inmediato se traducirá en consecuencias favorables para la salud y la vida de quienes nos rodean y la propia.

Estamos cerca de pasar a la Fase tres de la pandemia, en la cual se registrará la mayor cantidad de contagios; la misión es lograr aplanar exitosamente la “curva” de personas infectadas y evitar el colapso de nuestro sistema de salud.

No obstante, la batalla no va a culminar al salir de esta fase, pues tendremos que enfrentar los estragos económicos que este alud epidemiológico deje a su paso por territorio mexicano y tomar medidas para recuperar la estabilidad de las familias, así como para prevenir otra crisis sanitaria que se pudiera presentar en el futuro.

En este momento, el país y el mundo se encuentran inmersos en lo que se podría denominar como “economía de pandemia”, en la que ciertamente hay un perjuicio a diversos sectores productivos, pero también hay otros que se encuentran en el cénit de sus operaciones, como las empresas farmacéuticas y las médicas, el sector digital o la producción alimentaria.

Aunque, lamentablemente, durante la contingencia el crimen organizado también ha mostrado una actividad boyante, negándose a dejar las calles y, como resultado, la violencia en el país no cesa, a pesar de la crisis sanitaria.

La realidad es que -como se ha admitido a nivel internacional- esta pandemia ha resultado mucho más letal para la economía que para la salud pública. La razón de ello es que muchas empresas grandes, medianas y pequeñas han sufrido pérdidas importantes por la desaceleración del consumo, ocasionada por la contingencia.

Así, muchos trabajadores y trabajadoras se han quedado sin empleo y esto reducirá aún más la actividad económica, pues, sin ingresos, se ve seriamente afectada la demanda agregada y el enfoque de la mayoría se centra en adquirir casi exclusivamente lo que resulta indispensable para el sustento de la vida.

De acuerdo con un informe de la Secretaría del Trabajo, en México se han perdido 346,878 empleos por la irrupción del COVID-19.

En Quintana Roo se han perdido 63,847 empleos; le sigue la Ciudad de México, con 55,591; Nuevo León, con 23,465; Jalisco, 21,535; Estado de México, 16,036 y Tamaulipas, 12,652. Tan solo estos seis estados aglutinan el 56 por ciento de los despidos.

Lo preocupante de este asunto es que el número de personas desempleadas seguirá incrementándose conforme vaya pasando la etapa crítica de la contingencia, lo que, entre otros aspectos, precipitará el ingreso de población económicamente activa al sector informal.

Frente a esto, el gobierno federal ya ha diseñado un plan para reactivar la economía nacional; se dispondrá de recursos para la inversión en obra pública en los próximos meses, y el panorama augura un repunte de la mezcla mexicana de petróleo por los acuerdos a los que se llegó en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para que, mediante la reducción de su producción, se puedan mejorar los precios del crudo en el mercado.

Por otro lado, industrias de suma importancia, como la automotriz, tendrán un incremento en sus operaciones en México, pues debido al brote de COVID-19 muchas de ellas han decidido mudar sus plantas de producción de Asia hacia nuestro país.

Como ha expresado el presidente de la República, la responsabilidad es poder reactivar la economía sin la necesidad de contratar un mayor endeudamiento externo. Es importante que, en la recuperación, se incentive la economía local, consumiendo productos hechos en nuestro país, antes que privilegiar las importaciones.

Es una responsabilidad compartida del sector gubernamental, del sector empresarial, así como de la ciudadanía en general, lograr salir del hoyo económico al que hemos ingresado por causa de la pandemia.

Resulta válido mirar lo que están haciendo otros países para restablecer su curso económico. Desarrollar una “economía de la salud” resulta no sólo una opción, sino algo indispensable. El total de la inversión en salud que ejercen tanto el sector público como el privado es actualmente de alrededor del 3 por ciento del PIB; lograr duplicar esa inversión y fortalecer nuestro sistema de salud -el cual fue abandonado paulatinamente durante el neoliberalismo- en el mediano plazo parece una medida bastante sensata, sobre todo por las enseñanzas que nos han dejado ésta y otras contingencias.

México necesita ser autosuficiente en materia de salud, al igual que en la alimentaria, ya que son áreas estratégicas para garantizar la soberanía nacional. El mercado interno de nuestro país se tiene que fortalecer para poder desarrollar una infraestructura adecuada, y no se debe escatimar la inversión pública y privada para impulsar el desarrollo de investigación científica médica, evitando así la fuga de cerebros. Es preciso aprovechar el talento científico y médico que tiene la nación.

En medio de la etapa más álgida de la contingencia, evitemos a toda costa contagiarnos o contagiar a alguien más -si sabemos o creemos que portamos el virus-.

Apliquemos las medidas necesarias para mantener la salud y evitemos caer en la histeria colectiva.

Además, con mucho ánimo, preparémonos para la reconstrucción económica del país; habrá trabajo arduo luego de superar la emergencia sanitaria, de la cual podremos salir adelante si todos los interesados: gobierno, iniciativa privada y ciudadanía, colaboramos estrecha y responsablemente.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA