Compartir

Por: Ricardo Monreal Avila

Francisco I. Madero se mantuvo en la presidencia de la República 472 días, antes de la confabulación que hicieran contra él personajes afines al régimen porfiriano, entre quienes se encontraban políticos, burgueses, parte de la Prensa e incluso el propio embajador de Estados Unidos de América, Henry Lane Wilson.

El Pacto de la Embajada consideró, entre otras, los siguientes aspectos:

Desconocimiento del gobierno maderista.

Ascenso de Victoriano Huerta al poder.

Notificación a otros países del fin del gobierno de Madero.

Recuperación de la paz en la capital del país.

Un sector de la élite del país, con el ánimo de defender sus privilegios, hizo votos y tomó acciones para derrocar el régimen emanado del conflicto armado iniciado el 20 de noviembre de 1910.

Como resultado del intervencionismo estadounidense, Madero y su gobierno sucumbirían el 22 de febrero de 1913.

Hoy, el gobierno legítimo y democrático de la 4T enfrenta también una oposición reaccionaria, la cual, en lugar de sumar esfuerzos ante las eventuales crisis que se han presentado en el 2020, sólo busca desestabilizar al régimen, sin importar cuán inescrupulosos puedan ser los medios de que se valga.

No obstante, el grupo conservador de hoy no cuenta con el apoyo de la milicia ni con el de la diplomacia estadounidense, a diferencia de lo ocurrido con el gobierno maderista, y tampoco camina con mucha organización ni proyecta un rumbo político definido.

Aun así, estos actores no han escatimado en esfuerzos por sabotear a la 4T. Incluso, a raíz de la llegada del COVID-19 a territorio mexicano, han pretendido sacar raja política, sin importar la desestabilización y la histeria colectiva que pudieran generar. La diseminación de información falsa a través de redes sociales fue una constante en semanas y meses anteriores.

Del otro lado, el llamado a la calma por parte de las autoridades sanitarias en México se ha hecho no sólo con responsabilidad, sino también con fundamentos científicos, acentuando la necesidad de tener una mayor higiene y cuidado para evitar un posible contagio, enfatizando al mismo tiempo la inconveniencia de promover expresiones como las compras de pánico.

Los necrófilos políticos, los amantes del cadáver de un régimen del que pocas personas tienen buenos recuerdos, se niegan a enfrentar la realidad de su fin y se empeñan en hacer lo posible por resucitarlo para recuperar sus privilegios.

Resulta totalmente deplorable su postura; parece que esperan ansiosamente el anuncio de los primeros decesos de compatriotas causados por el COVID-19, para anunciar, echando campanas al vuelo, el “fracaso” del gobierno federal en las medidas de prevención y tratamiento del agente patógeno originado en China.

Hace unos días se anunció la muerte de un empresario mexicano -quien contrajo el virus en el extranjero-; no obstante, resultó ser una noticia completamente falsa y, muy a pesar de quienes en principio la difundieron, tuvieron que retractarse de su aseveración. Pretender hacer despojos de una situación tan delicada con fines meramente electorales deviene en uno de los comportamientos políticos más mezquinos de los que se tenga memoria en la historia reciente de nuestro país.

A quienes auspiciaron los ánimos de manipulación y la generación de histeria colectiva hace una década, cuando en el país irrumpió la influenza porcina, les ha costado mucho más trabajo generar un clima de incertidumbre y tensión entre la población; en las redes sociales no sólo corre información alarmista, también información veraz acerca del estado actual de la emergencia sanitaria, lo que ha contribuido a contener el amarillismo y ha impulsado la necesidad entre la ciudadanía de mantenerse informada, acotando las pretensiones alarmistas de cierto sector.

Los necrófilos políticos están esperando cualquier signo de alarma para lanzarse en contra del gobierno federal; tristemente, la carencia de propuestas sólidas los ha orillado a utilizar la rapiña política como el único medio efectivo para hacerse oír en la palestra nacional.

Ya lo observamos en semanas anteriores: algunos grupos de los más conservadores se adhirieron al movimiento feminista, contradicción que resultó indignante para colectivos y organizaciones feministas, que inmediatamente manifestaron su rechazo a la pretensión de estos actores de intentar abanderarse con la lucha legítima emprendida por las mujeres.

Como ya lo han indicado el gobierno federal y la Organización Mundial de la Salud, no debemos subestimar el COVID-19; su presencia en muchos países ha cobrado vidas y también ha afectado seriamente la economía a nivel global. Las bolsas de todo el mundo, incluyendo la mexicana, han sufrido pérdidas sustanciales en los últimos días, con lo cual el peso se ha depreciado respecto al dólar de manera considerable.

Sin embargo, la crisis no será duradera; China, el país origen de la cepa, ya ha sorteado positivamente el temporal y el número de contagios sigue decreciendo, por lo que esto vaticina para México y los demás países involucrados un periodo de recuperación económica en el mediano plazo.

Mientras esto sucede, a las mexicanas y los mexicanos nos toca ser completamente receptivos de las indicaciones oficiales de las autoridades de nuestro país; tener cuidado con nuestra higiene y, sobre todo, estar informados para no ceder a la presión de cuestionables actores que, inescrupulosamente, desean que cundan la incertidumbre y el pánico colectivos para acarrear un clima de ingobernabilidad, que sólo beneficiaría a mezquinas pretensiones políticas.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA