Por: Víctor Hugo Mondelo Sánchez
Ni pinto ni colorao
Desde León, Guanajuato.
Difícil resulta recordar, un inicio de sexenio tan desafiante como el que lidera Andrés Manuel López Obrador. Hablando de la historia reciente del país. La llamada Cuarta Transformación, muestra maniobras polémicas ante el intento desesperado de imponer un nuevo régimen.
La muda de piel en la serpiente del poder ha resultado en ciertos casos, agresiva, en otros, la esperada. Las escamas del neoliberalismo parecen quedar atrás; en cambio, las del presidencialismo demagógico, aquel de la época dorada y posteriormente decadente del PRI parecen resucitar a los saurios más voraces en el quehacer político mexicano.
Los aires de artificio, en esta renovación de poderes, han creado un canal de separación casi irreconciliable entre sectores de la sociedad inmiscuidos en las diversas ideologías políticas. El ambiente de confrontación de ideas en los foros públicos y virtuales sigue como en tiempos de campaña política. El líder madrugador avienta carne de cañón en sus homilías y lleva la agenda mediática a los rincones que bien sabe, le convienen; su retórica al pasado demoniaco -del supuesto orden neoliberal- resulta el bálsamo más eficiente ante los retos actuales, así como el más coloquial subterfugio ante cada tropiezo.
En el plano social, todos los programas se han cimentado en una excesiva repartición de ”becas” o limosnas para los grupos más vulnerables con un intenso tufo de adoctrinamiento ideológico. Se destruyen, sistemáticamente, los contrapesos en los organismos no gubernamentales o las comisiones para regular el ejercicio público en temas fundamentales como el energético. A machetazo limpio, se denosta a las asociaciones civiles, a la participación ciudadana tan débil históricamente en México. A cambio, a todos (los alineados) nos llegará esa migaja de apoyo social que tanto anuncia el Peje en sus actos proselitistas de gobierno.
En el plano económico, a nivel macro, es difícil aún en el primer trimestre, sacar conclusiones por lo incierto del modelo que pretende imponer la cuarta transformación. Sin embargo, los primeros sondeos en el comportamiento de las inversiones, en la prospección de crecimiento del PIB o el manejo de la deuda pública por las calificadoras internacionales no ha sido alentador, los aires de mejoría no están en el horizonte. Las decisiones controvertidas como la suspensión del NAICM en Texcoco, el combate al Huachicol, así como el abrupto corte a la promoción turística del país en el extranjero pueden tener consecuencias lamentables en el mediano plazo.
En el plano de la seguridad, el panorama se oscurece lamentablemente, en comparación con los primeros dos meses del gobierno de Felipe Calderón que inició con 471 asesinatos y Enrique Peña Nieto con mil 652, el nuevo gobierno, en cambio, inició con 3 mil 538 según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), pese a las reuniones que el presidente mantiene todos los días con el equipo de seguridad. La violencia en el país se ha recrudecido y los esfuerzos por calmar las aguas no parecen ser los adecuados, como la instauración de la aclamada Guardia Nacional, la cual nos otorga más dudas que certezas.
En el plano político, a pesar del asesinato del activista político Samir Flores o el minimizado accidente aéreo con resultado fatal de la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso y su esposo el senador, Rafael Moreno Valle, no crean un oleaje tempestivo en el barco del nuevo régimen, el cual navega sobre un mar sereno. Esto se debe en parte a que no hay liderazgo de oposición que haga mella en lo absoluto al omnipresente Andrés Manuel. Fuera, tal vez, del gobernador guanajuatense, Diego Sinhué, a todos los demás mandatarios, la sola presencia del tabasqueño los pone en un cadalso social en el cual salen muy mal parados. Felipe Calderón, por ejemplo, lleva a cabo la instauración de una oposición risible ante la creación del nuevo partido político, México Libre; así como el ex presidente, las demás voces que cuestionan las acciones del actual gobierno no se sostienen en una autoridad moral sólida. Los índices de aceptación al actual mandatario son muy altos y esto refuerza la luna de miel que tiene a pesar de las notables vicisitudes.
Para algunos autoritario, para otros un líder esperanzador. El famoso Peje no da tregua para señalar su andar, con un sólido apoyo de su base electoral, los seguidores de AMLO siempre atentos en las redes sociales, atados a sus ya famosas maromas para justificarlo, a como dé lugar, en sus ocurrencias o en sus faraónicos proyectos como el Tren Maya, la Refinería en Dos Bocas sin importar el impacto ecológico o la viabilidad rentable de la inversión. Ciertas similitudes, al parecer, lo acercan un tanto a la terquedad de Donald Trump, como el renacer del contaminante carbón para producir energía eléctrica y su menosprecio a las energías limpias en su visión, su apuesta, a las cada vez más escasas, energías fósiles.
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