John Stuart Mill, clásico liberal de la ciencia política y preeminente promotor del utilitarismo, se pronunció profusamente respecto al papel que deberían tener los Parlamentos, haciendo énfasis en su función de control ante el creciente poder estatal y la eventual tiranía que podría ejercer la burocracia.
Así, la función de control de los órganos de representación debía ser considerada como una de sus facultades fundamentales, no sólo para vigilar la actuación y gestión del aparato estatal, sino también para exponer o justificar los actos de gobierno.
El esquema bicameral del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos constituye, en sí mismo, un mecanismo de control para moderar o atemperar la actuación de cualquiera de las Cámaras durante el proceso legislativo.
El Parlamento está vinculado sustancialmente a la democracia.
No se puede hablar de una democracia consolidada, si las y los representantes del pueblo son incapaces, no tanto en su tarea de hacer leyes, sino en la de dar seguimiento a ellas, para garantizar su cabal cumplimiento; es decir, dar racionalidad a las políticas públicas y ser garantes en la responsabilidad de ejercer el poder.
Ahora que solicité licencia al Senado y renuncié al cargo de presidente de la Junta de Coordinación Política para poder participar en el proceso interno de MORENA con el que se elegirá al coordinador o la coordinadora de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, quiero dejar constancia en este espacio editorial sobre la experiencia política que significaron cerca de cinco años de trabajo legislativo.
Comienzo con uno de los principales motivos por los que debemos sentir orgullo por el Senado de la República, que es el genuino establecimiento de un Parlamento Abierto. Asimismo, la Cámara Alta se ha distinguido por ser una institución que rinde cuentas y pone a disposición de la ciudadanía la información parlamentaria de manera transparente, sencilla y accesible.
Así, durante los años de mi gestión como presidente de la Junta de Coordinación Política, obtuvimos el reconocimiento institucional, al haber cumplido el 100 por ciento de las obligaciones.
El Senado adoptó la Declaración sobre la Transparencia Parlamentaria, reconocida internacionalmente como la base para el diálogo entre los Parlamentos y las organizaciones de la sociedad civil para promover la transparencia gubernamental y legislativa, a fin de asegurar mayor participación ciudadana, instituciones más representativas y una sociedad más democrática.
Igualmente, como parte de la nueva cultura de Parlamento Abierto, se han desarrollado exitosos programas de divulgación dirigidos a las infancias y juventudes, para promover la educación cívica y proporcionar información acerca de las funciones de las y los integrantes del Senado, del personal y la administración
El Legislativo es el más flexible de los tres poderes constituidos, en lo que a sus integrantes se refiere. Esto le imprime una característica heterogénea que suele dificultar su trabajo, sobre todo cuando son asambleas muy numerosas, como en México; sin embargo, el balance cuantitativo actual nos reporta la presentación, discusión y aprobación de 1,039 Iniciativas de Ley; mientras que el cualitativo revela que 844 fueron aprobadas por unanimidad; es decir, el 81 por ciento.
Lo anterior confirma que hoy el Senado, además de ser un órgano plural, deliberativo y con debates álgidos, es, ante todo, una Cámara que sabe procesar acuerdos, que no paraliza el desarrollo del Gobierno y que sabe actuar en forma responsable.
Esta dinámica se generó y sostuvo por voluntad de todos los grupos parlamentarios.
Incluso cuando se trataron Iniciativas marcadas por desacuerdos mayores e instantes más complicados, las fracciones representadas no renunciaron al esfuerzo continuo de mantener el diálogo.
De esta manera, en todo momento se preservó la colaboración durante procesos de gran tensión, como los correspondientes a la reforma de subcontratación —conocida como Ley del Outsourcing— la Iniciativa de revocación de mandato y la reforma relativa a la Guardia Nacional.
Este logro es digno de atención, análisis y reflexión, porque muestra un lado distinto de la política mexicana en tiempos de polarización y división social.
Considero pertinente que se sepa que una nueva forma de hacer política en México, basada en el reconocimiento, la diversidad y la colaboración, no es una fantasía, sino una oportunidad real.
Con frecuencia se acordaba no aceptar una Iniciativa cuando, en su revisión, el Senado identificaba alguna inconstitucionalidad, tomando en cuenta que esa es una de sus funciones principales.
Sin embargo, el reto fue encontrar siempre el punto de equilibrio para asegurar que el esfuerzo por transformar la vida pública del país, a través de las diversas Iniciativas del Ejecutivo, no terminará en un ejercicio de distorsión o parálisis de la función legislativa.
El sano equilibrio se pierde cuando prevalece el fervor de cumplir con visiones ideológicas, pasiones coyunturales o instrucciones externas al recinto senatorial. Al final de cuentas, la división de Poderes es un ejercicio humano para encontrar la cuadratura al círculo y no un freno irracional al ejercicio de gobierno.
En tiempos de polarización o politización extrema, las y los integrantes de la actual Legislatura siempre supieron construir el punto de equilibrio o reconciliación entre los extremos, privilegiando el interés nacional.
Gracias a todas mis compañeras y compañeros Senadores, la Cámara Alta hoy es motivo de orgullo para la Nación.
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