Cualquier remembranza que haga acerca de mis rasgos identitarios, como político y como persona, me lleva a los principios que heredé de mi padre, mi madre y mi abuelo, verdaderos guerreros de la vida, luchadores sociales incansables, congruentes y honestos.
Las inquietudes que me impulsan a actuar acorde con dichos principios tienen su origen en Plateros, comunidad ubicada en el municipio de Fresnillo, en el semi desierto zacatecano, donde el clima árido obliga a valorar, a resistir y a tener a la adversidad como compañera de la vida cotidiana.
Fue ahí donde nací el 19 de septiembre de 1960, y fue justo ahí, en Puebla del Palmar, al noroeste de Plateros, donde mi padre, don Felipe Monreal Huerta, inició la brega por sostener a una esposa y 14 hijos.
En 1997, cuando estaba en juego la gubernatura de Zacatecas, él mismo expresó su legítima intención de contender como diputado. Hijo de don Manuel Monreal (líder agrarista, luchador social y representante del Comisariado Ejidal de la comunidad), don Felipe siguió la tradición paterna y fue, a su vez, dirigente campesino desde mediados del siglo XX. También fungió como líder municipal y estatal de las colonias agrarias y del sector popular del partido oficial, dirigente de locatarios y regidor del Ayuntamiento de Fresnillo.
Su esposa —mi madre—, doña Catalina Ávila Alvarado, fue pilar fundamental de la familia; cuidaba y educaba a sus hijas e hijos, que venían uno tras otro, y era responsable de su casa. Mujer incansable, toda una guerrera de las campañas que suelen enfrentar las familias humildes que se abren paso día a día en el México profundo.
Siempre fueron gente de trabajo, y aunque su vida era bastante ajetreada tenían cierta estabilidad y sustento seguro. Sin embargo, todo dio un giro radical cuando mi madre partió al descanso eterno, diez días después de haber dado a luz al más pequeño de mis hermanos.
Esta etapa se caracterizó por las dificultades económicas y las carencias materiales, pero también por la ausencia de afecto y caricias maternas, elementos esenciales que complementan las necesidades básicas de todo ser humano.
Don Felipe también me heredó la convicción de ayudar a la gente del campo. Después de todo, tanto mis hermanos como yo apoyamos a mis padres en el negocio de aguas frescas del mercado de Fresnillo, pero, al mismo tiempo, aprovechamos para comercializar productos agrícolas.
La suerte empezó a cambiar cuando la familia encontró en la educación no sólo la ruta para prepararnos y tener acceso a un mercado laboral distinto, sino también el camino para cultivar la razón, el espíritu y las posibilidades de desarrollo individual y colectivo. “La mejor herencia es la educación”, decía mi padre.
Me tocó pertenecer a una generación que cree en el esfuerzo, en la tenacidad y en la preparación para hacer del servicio público eso precisamente, una oportunidad para servir a las y los demás.
He sido tres veces diputado, tres veces senador y gobernador a los 38 años. Desde que vendía leche por litro, casa por casa, vi en el estudio y la preparación profesional el complemento para ser una mejor persona, un mejor ciudadano y un buen servidor público.
No me equivoqué: encontré en la abogacía y la docencia las mejores aliadas para practicar el noble oficio de la política, en el sentido griego y romano del término: entregarse a la polis, al publicus, al proximus, es decir, al prójimo.
Para alguien que se inició en el servicio público como regidor hace 42 años, ser incluido como aspirante a la candidatura presidencial de ese movimiento social y político tan importante en la historia reciente del país como lo es MORENA representa un verdadero honor y un gran compromiso de servicio que sabré enaltecer.
Desde Plateros, Palacio Nacional se veía como un sueño distante, mas no difícil de alcanzar. Fui fundador de MORENA, compañero de lucha del presidente y promotor de las causas más sentidas de la 4T. Ser incluido entre las y los aspirantes a la candidatura presidencial es el culmen de una historia de vida colectiva y un reconocimiento a quienes han caminado junto conmigo todos estos años.
Atendiendo a los tiempos legales, por ahora se elegirá al coordinador o a la coordinadora Nacional de los Comités de la Defensa de la Transformación. Esto antepone la función sobre la personalidad; además, quien resulte electa o electo deberá cumplir con los postulados de la Cuarta Transformación: no mentir, no robar y no traicionar al pueblo, en todos los ámbitos.
Creo que el método para seleccionar a esta figura (mediante encuesta) es el menos aventurado y peligroso para un movimiento que será sometido a todo tipo de ataques y pruebas, una vez que inicie formalmente el proceso electoral de la sucesión presidencial.
Por ello, en su momento, varios miembros de MORENA manifestamos abiertamente la pertinencia de establecer mecanismos democráticos en los procesos internos de selección.
El hecho de que habrá cinco encuestas midiendo lo mismo reduce el riesgo de la parcialidad o la manipulación de dicho ejercicio, por lo que cada aspirante tendrá la oportunidad de proponer sus encuestadoras y sus representantes ante la Comisión Nacional de Encuestas.
Cuando era niño y me perdía entre las palmas y yucas del semidesierto, las estrellas me ayudaban a encontrar el camino. Hoy, las encuestas serán esa especie de brújula para ubicarme y comprobar que, efectivamente, sigo caminando por la ruta correcta.
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