La unidad programática, social y política de MORENA ha sido una condición sine qua non para lograr una amplia mayoría en las legislaturas locales, en los gobiernos estatales y en ambas Cámaras del Congreso de la Unión, pero no se debe dejar de lado que en las demarcaciones políticas en donde se vio comprometida esa cohesión los resultados electorales no fueron favorables.
Igualmente, en el proceso electoral rumbo a los comicios de mediados del presente año se pueden apreciar los efectos de la unidad o de la ausencia de ésta.
Cabe señalar que, desde antes de iniciar formalmente, la elección se percibía competida y polarizada en torno a dos bloques: el polo emergente opositor, encabezado por MORENA, y el de la alianza conservadora gobernante, integrada por PRI, PAN y PRD.
Al final, se registraron cuatro aspirantes, que actualmente participan. Armando Guadiana, lo hace por MORENA, únicamente, ya que el PT decidió lanzar candidato propio y el PVEM se alió con la fuerza local UDC.
De esta manera, el obradorismo y la 4T son personificados en Coahuila por Armando Guadiana y MORENA, aunque el PT, e incluso el PVEM, al reclamar la misma representatividad, confunden y debilitan a un electorado aún en proceso de consolidación.
Por su parte, la oposición unió a dos fuerzas ideológicamente antagónicas en la entidad (PRI y PAN), con bases sociales diferenciadas regionalmente: Torreón, como bastión panista, y Saltillo, un enclave priista.
Vale la pena detenerse y reflexionar cuál sería el escenario del proceso electoral de Coahuila si los otros partidos contendientes hubieran sumado esfuerzos en una candidatura común con MORENA; es decir, si, como en el Estado de México, el capital político de los diferentes actores que conforman la coalición Juntos Hacemos Historia fuera en unidad.
Sin duda, los derroteros de la contienda local coahuilense seguirían la misma suerte que los de la mexiquense, y el abanderado de la 4T podría estar optando incluso por una estrategia de confort, evitando su sobreexposición.
Recapitulando: a diferencia de las entidades en donde MORENA participa electoralmente desde 2015, Coahuila es la única que presenta una doble fractura interna: por una parte, no va junto con sus aliados tradicionales (PT y PVEM); por otra, uno de sus más fuertes contendientes en la elección interna, Ricardo Mejía, desconoció la encuesta y decidió presentarse contra MORENA y su candidato.
Antes de la definición de las candidaturas, Coahuila se percibía altamente competida para la 4T y el movimiento obradorista.
MORENA avanzaba de manera importante desde 2015, pero no había logrado consolidar una estructura de alcance estatal.
La unidad, más que nunca, se muestra necesaria.
Las pugnas derivadas del proceso de selección interna desconciertan al electorado y pudieron haber lastimado las buenas inercias de los pasados comicios locales; no obstante, el abanderado de MORENA, Armando Guadiana, cuenta con importantes credenciales para persuadir al universo de votantes, ya que venía de participar en dos contiendas estatales (gobernador y senador) y en la municipal de Saltillo, en donde desarrolló un posicionamiento de nombre e imagen considerables.
En Coahuila, lo obvio sale a flote: no atender, no cuidar, no aquilatar el valor de la unidad programática, social y política del Movimiento compromete el resultado electoral de MORENA.
Por nuestra parte, asistimos a Coahuila el fin de semana pasado, en apoyo a la campaña de Armando Guadiana, cuya lucha, al enfrentar este grado adicional de dificultad, se torna aún más valiosa.
A pesar de todas las dificultades internas y embestidas externas, la 4T saldrá adelante.
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