El 2023 será de intensa actividad electoral debido a los comicios estatales de Junio (la antesala del 2024) y porque, de manera no muy conveniente, se adelantaron fácticamente los procesos de selección interna para elegir al eventual candidato, a la candidata o “corcholata” del partido oficial para suceder al titular del Poder Ejecutivo.
El proceso de destape (que puede llegar a su etapa más álgida en el último tercio del año) lleva más de 18 meses, lo que implicó desgastes y guerras intestinas innecesarias, que bien podrían haber llevado al fracaso al proyecto de la Cuarta Transformación, ante las divisiones y discordias.
Por fortuna, mediante una carta, la dirigencia de MORENA solicitó a las y los mandatarios estatales emanados del Movimiento que cuando haya alguna invitación a sus respectivas entidades, esta se extienda a todas y todos los aspirantes, instruyendo, de manera puntual, garantizar trato igual y piso parejo para quienes hacemos visitas de presentación, contribuyendo así a la equidad del proceso interno y a la unidad.
Esto último es, justamente, uno de los retos más grandes que tiene MORENA, sobre todo porque el pueblo de México le refrendó su voto de confianza durante las últimas elecciones, para apuntalar las bases de la Cuarta Transformación, y lo mínimo que debe devolverle es transparencia, congruencia y unidad.
El Movimiento nació ex profeso para moralizar nuevamente el ejercicio del poder público y atender el problema de la corrupción; de ahí que no pueda prescindir de un reflexión autocrítica que evite prácticas antidemocráticas e ilegítimas.
Sobran ejemplos de lo que sucede cuando se ignora la opinión de las bases, satisfaciendo solo las necesidades o ambiciones cupulares; lo que, en términos del sociólogo alemán Robert Michels, se entiende como la consolidación de la “ley de hierro de la oligarquía”, situación ominosa que caracteriza a regímenes autoritarios o antidemocráticos.
Se debe reconocer la necesidad de investir al partido oficial de nuevos aires de inclusión y modernidad democrática. Y es que la verticalidad propia de los institutos políticos de larga data erosionó la estructura de estos desde las bases, comprometiendo su legitimidad frente a un electorado que les dio la espalda.
En el caso de MORENA, la forma es fondo. Por eso, a juicio de muchas y muchos de sus integrantes, conviene establecer mecanismos democráticos en los procesos internos de selección de candidatos para competir en las próximas justas electorales y rumbo a la carrera presidencial de 2024.
Si bien ha sido tardía la inclusión de quienes legítimamente manifestamos nuestras intenciones de participar en el proceso de selección interna para definir la candidatura de MORENA a la Presidencia de México, la necesaria democratización interna del partido no debe tardar más.
En este tenor, también vía epistolar, externé mi agradecimiento a la dirigencia nacional de MORENA por haberme incluido formalmente, junto a las otras tres personas que habían estado gozando de exposición mediática e intrapartidaria.
En la carta hice asimismo un planteamiento para nivelar la cancha internamente, y presenté cuatro propuestas para garantizar un proceso participativo, inclusivo y transparente, a fin de salir fortalecidos y unidos como Movimiento:
- Convocatoria por consenso. En los términos, plazos y reglas de la Convocatoria, se debe tomar en cuenta la opinión consensuada de los aspirantes, por ejemplo, al acordar cuándo deben renunciar a sus cargos actuales; un mecanismo de resolución expedita de dudas y controversias; instancia de mediación para la atención de contingencias, etc. Todo ello, con la participación de los órganos de dirección y los que prevean los estatutos.
- Elección primaria para la definición de la candidatura presidencial. Un acuerdo entre los participantes y los órganos internos de dirección podría habilitar y permitir la realización de una elección primaria que involucre a la militancia y simpatizantes. Una primaria es una mayor fuente de legitimación que cualquier ejercicio demoscópico de gabinete, ya que ni las mejores encuestas (las que no están truquedas) sustituyen al pueblo o a la realidad.
- Encuestas imparciales. Si no hay condiciones para una elección primaria, que se aplique una batería de cinco encuestas (tres principales y dos espejo), con una pregunta única: “¿Quién quieres que sea el candidato(a) de MORENA a la Presidencia de la República?”.
- Debates regionales. Independientemente del método de selección, se deben realizar debates y transmitirlos por los canales de información del Movimiento, a fin de que militantes, simpatizantes y la ciudadanía conozcan de primera mano las propuestas de quienes aspiramos a suceder al presidente Andrés Manuel López Obrador. Un debate por cada una de las cinco Circunscripciones territoriales electorales, y con el presidente de MORENA como moderador.
El partido oficial debe asumir con responsabilidad la misión de no caer en los vicios y errores de otras organizaciones políticas. Está obligado ética y moralmente a garantizar el ejercicio de una auténtica democracia al interior de sus propias filas; de lo contrario, incurriría en un tremendo anacronismo, al darle la espalda al proceso de democratización en México, que le permitió posicionarse como una opción real de cambio para la población.
Además, en su ADN, MORENA tiene la lucha por la democratización de la vida pública nacional, por lo que cerrar la discusión en torno a los procesos de selección interna iría en contra de su propia esencia.
ricardomonreala@yahoo.com.mx
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA