Compartir

-“Por mi es Presidenta de la Corte”, jajajaja
-El tabasqueño no aceptará que va en picada
-La división de Poderes no está sujeta acCaprichos

Alfa Omega

Ahora sí creo que “Juntos Haremos Historia”.

La ceremonia celebrada en el Teatro de la República, en Querétaro, tiene dos lecturas muy precisas, claras y definitorias.

Desde donde se encuentren lo espíritus de los Constituyentes del 17, Francisco J. Múgica Velázquez, Cándido Aguilar Vargas, Heriberto Jara Corona, Alberto Terrones Benítez y Esteban Baca Calderón, recordarán que una mujer los sorprendió y asaltó la tribuna, del hoy Teatro de la República, para exigir igualdad de derechos ciudadanos. Ella fue la joven duranguense Hermila Galindo Acosta. Silenció los debates, sin encontrar eco y se retiró.

La mañana del 5 de febrero, 106 aniversario de promulgada la Constitución Política, una mujer, reconocida impartidora de justicia y primera presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña Hernández, con meridiana claridad, habló de la independencia judicial como pilar de la democracia. Sentó un precedente al corresponder a la descortesía, al ser ubicada en un extremo del presídium, lejos del Presidente de México.

¿Por qué comento que se hace realidad el lema de campaña del candidato durante 18 años y hoy continúa haciéndola? Simplemente, porque el tabasqueño juntó sus abyectos colaboradores e indirectamente, sin complicidad, entran representantes de los Poderes Legislativo y Judicial, para “hacer historia”, quiéranlo o no.
La audacia presidencial no tiene paralelo, resulta que hasta la ascensión de la ministra Piña Hernández es obra del inquilino del “modesto departamento” de Palacio Nacional.
Dos mujeres han hecho historia. Hermila en el Teatro Iturbide, en 1917. 106 años después, Norma Lucía en el Teatro de la República. Mismo escenario. Oídos sordos, unos por machismo, otros por soberbia.

DESPLANTE PRESIDENCIAL, BURLÓN
Jamás un Presidente de la República dejó de ser respetuoso. Comentemos que desde 1934 a la fecha, 14 gobiernos sexenales, mantuvieron en alto y con dignidad a la institución presidencial. Respetaron la división de Poderes. Ninguno soltó risas burlonas hacia quienes forman parte de esos Poderes. Las mujeres gobernadoras, senadoras, diputadas, ministras, magistradas, integrantes del gabinete y presidentas municipales merecieron un mal trato verbal.

El huésped de Palacio Nacional, el tabasqueño que pretende ser simpático, llega a momentos irónicos que le aplauden a rabiar “los chairos”. En su mañanera del lunes pasado divirtió a su público al afirmar que la primera presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación está en el cargo, gracias a él. Indignante, ofensivo y cínico el tabasqueño.
Es vergonzoso escuchar al Jefe de la Nación decir, sin tapujo alguno, que no confía en la Suprema Corte de Justicia, “pero es importante la separación de poderes, o sea, ¿se imaginan el cambio que significa? La señora presidenta de la Corte, para hablar en plata, está por mí de presidenta”.

No tuvo pudor alguno el tabasqueño al afirmar “…antes el presidente ponía y quitaba a su antojo al presidente de la Corte”. Aseguró que esa práctica se dio desde Porfirio Díaz. Miente una vez más. Habla por hablar. ¿Nombres de presidentes que impusieron esa medida y nombres de los que entraron o salieron por antojo?
El de Macuspana criticó que los presidentes, “desde Porfirio Díaz, creador de esta regla de oro”, nombren a todos los funcionarios federales, diputados, senadores y los gobernadores a los presidentes municipales, diputados locales, tribuales superiores de justicia”. La inmediata pregunta, que no le hicieron en su mañanera, es sí ¿él no ha impuesto a los gobernadores de Sonora, Sinaloa, Quintana Roo, Veracruz, hasta llegar a los 20 en su sexenio?

Los desplantes que tiene este Señor Presidente que no es igual a sus antecesores, ciertamente lo hacen diferentes porque carece de educación, no respeta a nadie, todos “son nuestros adversarios”. Maneja a su antojo desde el nombramiento de un modesto servidor público hasta los integrantes de su gabinete. Cumple su dicho de “al diablo con las instituciones”. Es un incipiente dictador.
NO DIJO LO QUE DIJO, MALINTERPRETARON
Como es su costumbre, el tabasqueño salió el viernes en su mañanera, desde Jalisco, con la versión de que le mal interpretaron. El Señor Presidente de la República no puede ignorar que la tecnología propicia la grabación de sus palabras y no puede negar que él expresó: “hablando en plata, está por mí de presidenta”, al referirse a la ministra Norma Lucía.
No recuerda el inquilino del “modesto departamento” de Palacio Nacional que, el 8 de octubre de 2019 dejó der ministro de la SCJN el abogado Eduardo Tomás Medina Mora, obligado a renunciar por una supuesta averiguación que realizaba la Fiscalía General de la República. Nuca hubo una comprobación de los supuestos delitos.
¿Qué ocurrió? en Palacio Nacional necesitaban ir poniendo “gente del Presidente”. Tardaron unos días y fue propuesta para ocupar esa vacante, la abogada Margarita Ríos Farjat, a partir del 5 de diciembre de 2019. Margarita dejaba la jefatura del SAT.

Ese mismo viernes 10 de febrero quedó asentado que el Presidente de México no se reúne con la presidenta de la Suprema Corte “porque por ahora no tenemos necesidad y somos respetuosos de la independencia, de la autonomía del Poder Judicial”. Con Arturo Zaldívar Lelo de Larrea lo llamaba casi todos l
os días o el presidente de la Corte acudía e inmediatamente era recibido. ¿Entonces si había necesidad?

PERDIÓ TRES VECES EN LA CORTE
Sin apartarme del caso relacionado con el Alto Tribunal de Justicia, habrá que recordar los fallidos intentos presidenciales para controlar a los 11 Ministros de la SCJN. Comenzó por descalificar a todo el Poder Judicial Federal. Barrió parejo contra ministros, magistrados y jueces. Todos corruptos, sin excepción. De sus propios correligionarios que “metió a la Corte” dijo que le habían fallado. Tres mujeres y un hombre. “Me equivoqué al mandarlos”.

Buscó congraciarse con el queretano Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, presidente de la Corte hasta el pasado 31 de diciembre. Mediante una reforma constitucional quiso prolongar la presidencia de quien estaba cobijando “la política de la cuarta transformación“. Su Consejera Jurídica no cabildeó lo suficiente y la iniciativa presidencial tocó piso, se perdió el intento. Zaldívar tardó en rechazar la ignominiosa oferta.

La fuerza política se le está acabando al Presidente de la República. Él quiere hacer todo, autocalificándose como el único que manda y resuelve en el país. Lo cierto es que no escucha a quienes saben. No se rodea de personas con experiencia, prefiere “amigos, hermanos y paisanos o compadres”. Vino un nuevo intento de intervenir en la Suprema Corte.
Se fijó en la ministra Yasmín Esquivel Mossa. Fue propuesta por él y los senadores le dieron el nombramiento. Comenzó a laborar en 2019 y en los últimos meses del año pasado, en los pasillos de Palacio Nacional empezó a circular el nombre de la esposa “del mejor ingeniero del mundo”, José María Riobóo Martín.
Yasmín era la candidata ideal, del tabasqueño, para suceder al queretano en la silla principal de la Corte. En sus antecedentes figura el de magistrada unitaria en los Tribunales Agrarios y presidenta del Tribunal de Justicia Administrativa de la Ciudad de México. El 12 de marzo de 2019 llegó a la SCJN.
La denuncia pública de que la ministra plagió provocó un escándalo que aún no termina. En la Facultad de Estudios Superiores Aragón, la investigación dio un resultado cierto del plagio. El Rector de la UNAM informó que el 90 por ciento del texto presentado por la alumna Esquivel Mossa guardaba similitud a una tesis que sirvió para otro examen en 1986, Yasmín lo hizo un año después.
Total, siguió de candidata, pero no obtuvo los votos necesarios y la noticia bomba estalló en Palacio Nacional. En la UNAM guardan absoluto silencio. La Fiscal de la Ciudad de México exoneró a Yasmín y ella sigue contenta en su despacho de la Corte.
SE ACABA EL TESORO POLÍTICO
A diecinueve meses de terminar el sexenio, el actual Primer Mandatario tampoco es igual a sus antecesores. En épocas anteriores, el quinto año de gobierno significaba el principio de un cerrojo con el balance de lo realizado. Es el año en que se acentúa la lucha política en una sucesión presidencial. Se preparaban las elecciones federales: presidente, senadores y diputados; se calendarizaron algunos cambios de gobernadores, de Congresos estatales y presidencias municipales.

El hombre en el poder, estaba fortificado. Si tenía un control de la gobernabilidad. Habían pasado los días de ejercer plenamente el mando, sin que ello menguara la fuerza del hombre que despachaba, alternadamente, en Palacio Nacional y en la residencia de Los Pinos.
Don Gustavo Díaz Ordaz hablaba de “El Solitario de Palacio”. Lo declaró al doctor Demetrio Sodi en entrevista publicada por el diario La Prensa.
Se iban los feos, los incapaces, los deshonestos y llegaban los bonitos, los capaces y los honrados, según palabras que le oí al doctor Gustavo Baz Prada, al despedirse como gobernador del Estado de México.

Bueno, pues hoy en día el Presidente sigue buscando tener un dominio total. Su preocupación es que el INE “no ha sido destazado” y se corre el riesgo de que su “corcholata” pueda caer en las urnas en el próximo junio, por supuesto, del 2024. El recorrido de 4 años le restó vigor y se está acabando su riqueza política. El tesoro, de más de 30 millones de votos, se acaba. Desperdició la oportunidad de ser el gran líder.

La sexta semana del año estuvo dedicada a discutir sobre quién violó del protocolo en la ceremonia del Teatro de la República. El desplazamiento de los representantes de los Poderes Legislativo y Judicial.
Lo mismo fue en el 110 aniversario de la Marcha de la Lealtad. Alejaron del Señor Presidente de la ministra Piña Hernández y al diputado Creel Miranda. Con eso hace valer su trillado dicho de “no somos iguales”. Sus antecesores siempre sumaban, no restaban.
El Presidente no mencionó por su nombre a la ministra presidenta de la Suprema Corte ni al presidente del Congreso de la Unión. Tampoco ellos lo hicieron respecto al titular del Ejecutivo. La orden de cambiar el presídium la cumplió una mano militar.

El tabasqueño no aceptará que comete errores, que incurre en contradicciones, que acusa sin tener pruebas y solamente acepta que el único con derecho de réplica, es él.
La división de Poderes y el Estado de Derecho, no están sujetos al capricho del funcionario.
Nada de que la Ley es la Ley, frase para la historia que encierra la soberbia, la ignorancia, la prepotencia y el populismo.
jherrerav@live.com.mx