El 2023 comenzó de manera convulsa. El escenario económico internacional luce desalentador para países sin soberanía alimentaria y energética.
La situación se antoja aún más compleja con la escalada de violencia y las hostilidades entre Rusia y Ucrania. Además, existe el riesgo de una guerra nuclear por las implicaciones de la OTAN en el conflicto y la cerrazón de los defensores de la agenda de seguridad nacional rusa, lo que sigue condicionando los altos precios de alimentos, materias primas y petróleo.
Por si fuera poco, el derribamiento de un supuesto globo espía tensó más las relaciones entre Estados Unidos y China; muchos lugares del orbe lidian con el rebrote de COVID-19, y países estables y fuertes, como Francia y el Reino Unido, enfrentan manifestaciones que reflejan el descontento social.
En México, las medidas adoptadas por el Gobierno federal han atemperado los efectos nocivos de los factores exógenos, no solo logrando estabilidad política y económica, sino también permitiendo un crecimiento económico sin precedente.
No obstante, merecen especial atención los factores endógenos que podrían refrendar o comprometer ese crecimiento y desarrollo. Este mes, se retomará el “Plan B” de la reforma electoral, que reestructuraría al INE y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, modificando la organización y el arbitraje de las elecciones federales de 2024.
Independientemente de lo que apruebe el Legislativo, en abril se relevarán cuatro consejerías electorales, incluida la de quien presidirá al INEM mientras que tan pronto como en este mes que transcurre (febrero) se anunciará si México recupera la categoría uno de seguridad área y se levantan al respecto las restricciones impuestas por EUA.
Por otro lado, acaso el evento político más importante del año podría suscitarse el primer domingo de junio de este año. Se trata de las elecciones en el Estado de México y Coahuila, dos de las tres gubernaturas que le quedan al PRI, y en donde medirán fuerzas la alianza encabezada por MORENA (Juntos Hacemos Historia) y la del PRI, PAN y PRD. Asimismo, es probable que MC participe de manera individual en estos comicios, que serán la antesala de la gran contienda electoral del 2024.
El calificativo “gran” no solo es por su dimensión cuantitativa: por primera vez en la historia electoral del país, concurrirán las elecciones de la Presidencia de la República, nueve gubernaturas, las Cámaras de Senadores y Diputados, 31 Congresos locales, 1580 Ayuntamiento, 16 Alcaldías de la CDMX y 24 Juntas Municipales.
Es decir, podrían darse cita más de 13000 candidatas y candidatos para disputar 3346 cargos de elección popular (un promedio de cuatro competidores por cada uno).
En lo cualitativo, estará en disputa —como nunca— el tipo de proyecto de nación para el país: la continuación de la Cuarta Transformación o las opciones reaccionarias para detenerla, merced a una especie de revocación de mandato.
Si bien es la sociedad política y no el electorado la que evidencia una alta polarización, se puede esperar una contienda en la que, al margen de coaliciones o partidos, las opciones girarán en torno a la misma disyuntiva; esto es, la permanencia o la interrupción del proyecto que encabezan el actual titular del Ejecutivo y los partidarios de la 4T, sin que se vislumbre una tercera opción.
El Estado de México, por el tamaño de su padrón electoral, su diversidad de regiones y los grupos de poder, es tradicionalmente considerado como el laboratorio de la elección presidencial. Hace seis años irrumpió allí con fuerza la candidata del frente MORENA-PT; sin embargo, las intromisiones de la administración federal pasada marcaron la diferencia a favor del actual gobernador.
Un año después, en la elección presidencial de 2018, el Edomex fue una de las entidades que más contribuyeron al tsunami de votos a favor del actual presidente de la República.
Este 2023, MORENA y aliados lucen bien posicionados. Además del PT, el Partido Verde se suma a la coalición, y hay una mayor vigilancia sobre las probables acciones fraudulentas que pudieran ser instrumentadas.
Los números marchan bien para la maestra Gómez, pero sería un error confiarse frente a la legendaria maquinaria tricolor mexiquense que, con base en el más amplio catálogo de prácticas, el día de la jornada electoral ha logrado revertir por varios puntos la ventaja de sus adversarios.
Para el PRI, ganar esta elección y la de Coahuila es un asunto de sobrevivencia básica, ya que, junto con Durango, son las únicas gubernaturas que le quedan, y hará todo lo posible para retenerlas.
En Coahuila hay un escenario diferente: la división de MORENA, que no va en alianza con el Partido Verde y el PT, y que tres de los cuatro contendientes se presenten como simpatizantes y promotores de la 4T hacen que la simpatía por el presidente AMLO y el voto morenista pierdan torque y fuerza de arranque.
En cambio, los de enfrente no solo lograron configurar una alianza amplia PRI-PAN-PRD, sino que tienen al Gobierno estatal de su lado y a su servicio.
Así, el gran ejercicio democrático de 2024 será aderezado por las elecciones de Junio próximo, de las cuales podrán recogerse importantes lecciones, así como evidencias concretas del arrastre del lopezobradorismo y la 4T.
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