Por: Jorge Herrera Valenzuela
R Á F A G A
Los triunfadores de esta primera miniparte del sexenio son, indudablemente, los profesores de educación básica.
El presidente Andrés Manuel López Obrador les ha cumplido todas las demandas, destacando las relacionadas con la recuperación del control de las plazas que otorgará la SEP, previo el visto bueno de los dirigentes seccionales tanto de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) como del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Desde la campaña del político tabasqueño, en su tercer y definitivo intento por la Presidencia de la República, prometió echar abajo la reforma educativa aprobada por el Congreso de la Unión en el régimen de Enrique Peña Nieto. Con ello consiguió que los chantajistas “se adhirieran” y votarán por él.
Se promulgó la nueva reforma educativa, pero no les satisfizo a los de la fatídica CNTE, continuando sus actos de agitación en Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán y en la Ciudad de México.
López Obrador cedió nuevamente y las cosas se hicieron a modo de que los dirigentes centencistas quedaran satisfechos en sus ambiciosas demandas. Todo parecía estar en calma y sin problemas para que el lunes 12 del próximo agosto dé comienzo el Año Escolar 2019-2020. Sin embargo los dirigentes –no los llamo líderes, porque no lo son–, preparaban “nuevas peticiones” y alertaban a no principiar con su labor de docentes, es decir, en pocas palabras, no querían retornar a las aulas.
Para nadie es desconocido ni sorpresivo el hecho de que en este problema político sindical, la voz cantante la lleva el presidente López Obrador, pues al titular de la SEP, Esteban Moctezuma Barragán, simplemente le llegan los acuerdos que habrán de ejecutarse y cuyos beneficios también alcanzan a los profesores que aún militan en el depauperado SNTE, cuyo futuro es tan incierto como lo es el retorno de la profesora Elba Esther Gordillo Morales, a quien la tienen muy calladita y disfrutando sus años de la Tercera Edad.
EL PROYECTO DE LEGISLACIÓN
Nuestros legisladores se proponen que en esta misma semana quede aprobada la nueva legislación para el magisterio nacional, cuyos líderes y representantes sindicales tendrán, nuevamente, manga ancha para la asignación de las plazas, lo que se había perdido con la reforma peñanietista que fue derogada. También recuperan la facultad para determinar sobre las promociones a directores y supervisores, comunicando los nombramientos a la SEP, a efecto de que se apliquen los trámites correspondientes.
El proyecto del nuevo marco jurídico abarca tres puntos, los que estarán adecuados no a las necesidades de una política educativa, sino a las demandas de los dirigentes de la CNTE, triunfadores al cien por ciento.
Ese proyecto comprende, en primer término, la Ley General del Sistema para la carrera de las Maestras y los Maestros, donde se especificará cómo será el juego para el ingreso al servicio docente. La SEP aprobará las propuestas y todos en paz.
Para sustituir al super atacado Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, se creará un organismo contemplado en la Ley del Sistema de Mejora Continua de la Educación. Ninguna profesora y ningún profesor deberán de sufrir estrés, pues las evaluaciones desaparecerán como amenaza de perder el trabajo, como ocurrió en tiempos pasados, al no aprobar dicho trámite.
El tercer punto corresponde a la Ley General de Educación, cuyo espíritu serán las bases de lo que se ha dado en llamar el nuevo modelo educativo, que no ha sido debidamente explicado a los docentes, según me lo comentaron varios de ellos, pidiendo el anonimato.
PREGUNTA PARA MEDITAR:
¿Cumplirán los dirigentes seccionales centencistas con su obligación o presentarán nuevos argumentos para impedir el inicio de clases en Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Michoacán y Ciudad de México?
jherrerav@live.com.mx