La última vez que una pandemia azotó territorio mexicano de la manera en que la COVID-19 lo ha hecho en estos últimos dos años tuvo lugar hace poco más de un siglo, en 1918, cuando la gripe española irrumpió en forma estrepitosa durante el ocaso de la Revolución.
La presencia de aquella enfermedad oscureció aún más el negro panorama para las mexicanas y los mexicanos de las primeras décadas del siglo XX, pues el país se encontraba en ruinas después de la guerra civil, y los actores políticos que se encargarían de dar cauce a la marejada desatada en noviembre de 1910 apenas se comenzaban a organizar.
En medio de una transición política de gran relevancia, 102 años después, México vuelve a experimentar una crisis sanitaria de grandes proporciones que, en cifras oficiales, ha cobrado la vida de alrededor de 300,000 personas.
La llegada del virus SARS-CoV-2 ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de una administración que apenas comenzaba a implementar una serie de políticas públicas diametralmente opuestas a las tradicionalmente recetadas por los organismos financieros internacionales, como negarse a contratar empréstitos en el extranjero para utilizarlos como salvaguarda de la economía nacional.
A pesar de la gravedad de la situación, los apoyos económicos para la población con mayor grado de vulnerabilidad fluyeron -y lo siguen haciendo- sin intermediación, con el fin de procurar que las familias mexicanas alcancen mejores niveles de bienestar.
Cabe destacar que debido al desabasto y la crisis de gas natural y a que las tensiones en la Unión Europea impactaron negativamente en el mercado de combustibles, se ocasionó un alza desmedida en los precios finales al público consumidor, provocando con ello, durante el 2021, la inflación más alta registrada en los últimos 10 años, en detrimento de la economía de las familias mexicanas menos privilegiadas.
Sin embargo, este año el alza en los costos de los combustibles se ha detenido, aun en el caso del gas LP, el cual es de suma importancia para México, e incluso en estas primeras semanas de enero ha registrado una disminución y una tendencia estable en la política de precios, por lo que se espera que aligere la presión sobre la economía familiar.
Contrario a lo que en algún momento aseguraron diferentes sectores de la oposición, en lo concerniente a que el Gobierno mexicano tardaría 80 años en vacunar a la misma proporción de habitantes que hoy ya se han inoculado (aproximadamente 82 millones), se puede asegurar, sin temor a equivocaciones, que la acción institucional ha sido contundente y oportuna, logrando desmentir malos augurios y respondiendo con hechos a las críticas más feroces, al hacerse palpable la efectividad en la adquisición y distribución de los biológicos.
El problema generado a escala global por la pandemia afecta la política al interior de diversos países, los cuales estuvieron o están inmersos en procesos electorales. En Francia, por ejemplo, en abril de este año tendrán lugar los comicios presidenciales, y la candidata derechista Marine Le Pen ha utilizado en su discurso argumentos relacionados con el manejo de la pandemia por parte del Gobierno del presidente Emmanuel Macron, quien busca la reelección.
En Sudamérica, Brasil también tendrá elecciones presidenciales, y el popular candidato de izquierda Lula da Silva ha criticado duramente al actual mandatario de derecha Jair Bolsonaro, calificándolo de genocida, ante los altos índices de contagios y muertes registrados en el país.
En Colombia habrá votaciones presidenciales en mayo, y Gustavo Petro, candidato de izquierda, ha centrado parte de su crítica en la distribución de vacunas por parte del gobierno de Iván Duque, juzgándola deficiente y de aplicación desigual.
En Estados Unidos, el uso político de la pandemia corrrió a cargo de Joe Biden, quien durante su campaña no dudó en criticar el manejo que el entonces presidente Donald Trump había hecho de la crisis sanitaria.
Hoy, el exmandatario republicano ha reaparecido en Arizona para apoyar a los candidatos de su partido que participarán en el proceso electoral intermedio de este año, en el que se elegirán gobernadores y se disputarán curules y escaños en ambas cámaras del Congreso estadounidense. La crítica hacia el actual gobierno demócrata se centra en las cifras con que la cuarta ola de contagios está golpeando al país.
En México, por lo que toca al tema electoral, este año estarán en juego seis gubernaturas, y se espera, de acuerdo con los primeros sondeos, que MORENA gane la mayor parte de ellas, como ocurrió en 2021. El respaldo popular que la ciudadanía le manifiesta deviene de la amplia aceptación de que hoy goza el primer mandatario.
Como se puede apreciar en algunos medios de comunicación y en las redes sociales, la crítica en contra del gobierno del presidente AMLO se ha direccionado al manejo de la pandemia, pero resulta bastante criticable querer sacar raja política ante cualquier situación trágica o adversa por la que atraviese el país, sobre todo cuando hay procesos electorales en puerta.
La experiencia internacional y nacional nos enseña que, sin importar quién esté al frente del gobierno, la oposición puede, si así lo quiere, explotar los números de la emergencia sanitaria para cimentar su crítica. No obstante, en México el golpeteo —que es normal en un ambiente democrático— no ha tenido efecto en las urnas.
El país tiene ante sí la oportunidad histórica de aprender importantes lecciones a partir de los problemas ocasionados por la pandemia, para continuar por el camino de una transformación profunda, sin vacilaciones y sin lugar a retrocesos, dejando de lado viejas fórmulas y modelos que ya han demostrado de sobra su incapacidad para generar desarrollo y bienestar.
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