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Alfa Omega 

(Segunda semana de mayores contagios pandémicos).

Al leer, este miércoles 6 de enero, la columna “Epistolario” de mi fraternal amigo y colega, catedrático en la UNAM y veterano en las lides periodísticas, reflexione calmadamente y concluí que, en buena parte, tiene razón. El ilustre chiapaneco Armando Rojas Arévalo siempre dirige su comentarios a una persona y en esta ocasión escribió: “Lupita: comentaba usted, ayer, que está desalentada con lo que está pasando en el país y con frecuencia le dan ganas de salir huyendo. A veces a mí también. No es posible tanto cinismo y tanta hipocresía”. 

Enseguida Armando reveló que ya no quiere redactar su columna, pero que como ciudadano no puede permanecer indiferente o callado y “es horrible estar con lo mismo todos los días“. Sin embargo  Rojas Arévalo entiende que los comentaristas, columnistas y analistas estamos “arando en el desierto” y lo único que vale es la palabra del tabasqueño que vive “en modesto departamento” en Palacio Nacional. 

Tenemos que hacernos a un lado. El programa televisivo titulado “Las Mañaneras” mantendrá su línea de dividir a los mexicanos, de cerrar los ojos ante las arbitrariedades del gobernador de Veracruz, dejar que el terrorismo fiscal no solo sea tarea del SAT, sino también de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México. La pandemia está galopante, pero el gobierno la  minimiza. Se hacen “ajustes” en el precio de combustibles para reiterar que “no son gasolinazos”… Mejor, aquí saltó a comentarios más agradables.

Entre los múltiples acontecimientos registrados en la agenda de efemérides, nos enteramos que el 6 de enero en México es el Día de la Enfermera y universalmente es el arribo de los llamados Tres Reyes Magos a Belén para adorar al Niño Jesús. También en 6 del mes referido nació una campesina francesa que siglos después de sus acciones militares fue canonizada, se llamó Juana de Arco. En fechas similares, distintos años,  es fundada La Isabela, primera población española en América y en territorio maya surge la ciudad de Mérida, hoy capital de Yucatán y conocida como La Ciudad Blanca.

HOMENAJE A LAS ENFERMERAS

En esta temporada pandémica que comenzó en 2020 los mexicanos reconocemos que estamos en deuda con todo el personal que labora en hospitales, clínicas, sanatorios y centros de salud por la entrega que tienen para atender a los miles de contagiados de COVID 19, Delta y Ómicron, exponiendo su vida. Muchos, lamentablemente, suman miles los que han muerto en el cumplimiento de su deber. 

A instancias del doctor José Castro Villagrana desde el año 1931, en nuestro país se instituyó el 6 enero como el Día de la Enfermera, ahora ampliado a los enfermeros. Queda constancia de que en estos dos últimos años, miles de enfermeras y enfermeros han trabajado incansablemente. De ese grupo humanitario los y las que sobrevivieron al contagio, no lo pensaron dos veces para reincorporarse a su tarea de ayudar a salvar vidas. 

Ni duda que la participación de mujeres y hombres graduados en las escuelas y facultades universitarias, así como en el Instituto Politécnico Nacional, merece el reconocimiento nacional  gubernamental y privado. Desde estas líneas mi reconocimiento a quienes siguen en la lucha para evitar la muerte de sus semejantes.    

CAMPESINA, ANALFABETA Y SANTA

Impresionante por las hazañas consumadas en su corta vida y por la inquisitorial condena, Juana de Arco seguirá en lo más alto del reconocimiento universal. Cumplida en su tarea de cuidar un rebaño de ovejas, inquieta y de pensamiento muy adelantado para su época, nacida el 6 de enero de 1412 en un pueblo francés, la que sería conocida como La Doncella de Orleans, murió en la hoguera acusada de herejía. 

Juana vivió en su niñez en el campo y a los 13 años en el jardín de la casa de sus padres tuvo la visión del Arcángel San Miguel, de Santa Margarita y de Santa Catalina de Alejandría. Salvando obstáculos logró ingresar a las filas del Ejército Francés, vistiendo ropa masculina para fingir ser hombre, lo que provocó de que la acusarán de “travestí”. En una ocasión la joven manifestó: “debía seguir hilando lana al lado de mi madre, pero debo hacer esto (ser soldado) porque el Señor quiere que lo haga”.

La hija del granjero y recaudador de rentas Jacques d*Arc e Isabelle Romde apoyaron a la inquieta muchacha que se convirtió en una audaz militar y con poderes especiales, entre ellos el de pronosticar una derrita final de las fueras francesas. Juana peleó en contra de los ingleses, quienes la juzgaron, tras de ser capturada por la milicia borgoñesa, a ser atada a un mástil y viva prenderle fuego. El verdugo Geofroy Thérge dijo, consumada la sentencia: “quemé a una mujer santa”.

30 de mayo de 1431 acabó la vida de una joven campesina, analfabeta que dictaba a escribanos sus cartas y era ayudada por otros para firmarlas. En el transcurso de los siglos se hizo justicia. El Papa Calixto II, en 1456, la declaró mártir.  Napoleón Bonaparte la nombró símbolo de Francia. Primero beatificada y desde 1920,  canonizada por el Papa Benedicto XV, mediante la bula Divina Dispensante, es Santa Juana de Arco. Su sacrificio tuvo lugar en la Plaza Vieux Marché de Ruan, en Normandía, entonces de dominio inglés. Sus cenizas fueron esparcidas en el río Sena.

PRIMERA POBLACIÓN ESPAÑOLA

Una más del 6 de enero. Esta es de 1494. El personaje central, el genovés Cristóbal Colón. El navegante llegó al continente americano donde se asentaron unas familias en lo que fue conocido como Fuerte Navidad. El lugar de hecho estaba abandonado, las casas destruidas, Colón junto con 39 hombres, al mando de Diego de Arana, que le acompañaban, se dio a la tarea de construir casas de piedra, de madera y de paja. 

En esa forma surgió el poblado La Isabela. La primera población de dominio español en América y que hoy es la República Dominicana. El nombre fue impuesto para rendir culto a la reina Isabel la Católica, quien con su esposo, el rey Felipe II, patrocinaron los viajes del genovés que pretendía ir a las Indias y en 1392 descubre América. 

Los pobladores, integrantes de familias españolas, se organizaron y fue creado el Consejo de Gobierno, frete al cual quedó Antonio de Torres y contó con el apoyo de Bernardo Boy.

FUNDACIÓN DE MÉRIDA, YUC.

El militar salmantino, explorador, conquistador y gobernador colonial Francisco de Montejo en compañía de su hijo y un sobrino, los dos con el mismo y nombre apellido que aquel, el 6 de enero de 1542 fundaron Mérida, muy conocida como La Ciudad Blanca y hoy capital del Estado de Yucatán. El hombre nacido en Salamanca, España, en 1479, decidió imponer ese nombre a la ciudad erigida sobre terrenos pertenecientes a los mayas y que correspondían a Ichcaanzihó, T*Ho. El nombre de Mérida es de una población de Extremadura, España y otro antecedente las ruinas romanas Emérita Augusta.  

Según el historiador Michel Antochiw Kolpa la denominación de “Ciudad Blanca” no es por el encalado con que los mayas solían pintar los muros (fachadas) de sus casas, ni por su proverbial limpieza, sino que los Montejo como conquistadores (padre, hijo y sobrino) tuvieron “el deseo inicial de permanecer étnicamente puros, aislados y protegidos en el espacio urbano creado sobre las ruinas de la vieja ciudad maya”.  

Me enteré en la monografía de Yucatán que Francisco de Montejo y León, apodado “El Mozo”, fue quien llevó a cabo la fundación de Mérida, mientras su padre alternaba el cargo de gobernador en Tabasco, Honduras y Chiapas. También erigió la ciudad de San Francisco de Campeche. “El Sobrino” dio vida a Valladolid, después de batallas cruentas con los mayas.

Francisco padre fue juzgado en las Cortes de Indias y murió en su natal Salamanca en 1553. “El Mozo” en 1565 padeció prolongada enfermedad y falleció en Guatemala. “El Sobrino” ejercía como regidor en Mérida cuando lo sorprendió la muerte, en 1572.

Se les recuerda a los Montejo con un hermoso Paseo que cruza la bella Ciudad de Mérida, recorrido obligado para todo turista. Se disfruta tanto en el día como en los atardeceres y noches, deteniéndose en la caminata para descansar en las bancas para enamorados.  

La construcción del Paseo Montejo duró 18 años, a partir de 1888. El presidente Porfirio Díaz lo recorrió en 1906. Mansiones lujosas, hoteles, restaurantes, comercios, camellón central de árboles frondosos. Me contaron que tiempo atrás fue conocido como Paseo Santa Anna y Paseo de las Bonitas, pero desde hace 115 años no ha cambiado de nombre.  

P.D.  Hasta los últimos años del siglo pasado usamos las máquinas de escribir, mecánicas y eléctricas, de escritorio y portátiles. Hoy tienen poco uso. Bueno, pues el ingeniero hidráulico inglés Henry Mill la inventó “para transcribir letras” y la patentó el 6 de enero de 1714; tenía 31 años y vivió hasta los 88…En igual día (6 de enero) pero de 1852, murió el francés Louis Braille Braille, quien a la edad de tres años perdió la vista y eso no fue impedimento para poner en juego sus habilidades mentales para crear un sistema que permitiera, a los carentes de sentido visual, establecer la comunicación con sus semejantes. Fue así como inventó el sistema que lleva su apellido, medio que se emplea para escribir y leer. Braille sufrió tuberculosis que lo llevó a tumba a los 43 años de edad. 

jherrerav@live.com.mx