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Por: Ricardo Monreal Avila

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

Las relaciones con nuestro vecino del norte, Estados Unidos, se volvieron a tensar por la presión que su actual presidente ejerce sobre el gobierno de nuestro país, para resolver cuestiones que son prioritarias en su agenda política, de cara a las próximas elecciones.

El mandatario de la Unión Americana pretendía que el gobierno mexicano implementara políticas migratorias análogas a las desplegadas por EUA en nuestra frontera norte, por medio de efectivos de la Patrulla Fronteriza.

El presidente Trump arguye que el problema migratorio es un asunto primordial para salvaguardar la seguridad nacional de su país.

Junto al problema migratorio, el presidente estadounidense expone el del tráfico de drogas que pervive en nuestro territorio nacional; en este sentido, acusa la incapacidad del gobierno mexicano para detener el flujo de sustancias prohibidas hacia su país.

En tal contexto, el gobierno de EUA lanzó un ultimátum en contra de México: imponer aranceles del 5 % a nuestros productos, los cuales irían aumentando gradualmente hasta llegar a un 25 %, panorama que habría detonado una guerra comercial con el país vecino y cuyas consecuencias resentirían los consumidores de ambas naciones.

Tal como sucediera en el proceso electoral de EUA de 2016, el hoy mandatario de ese país utiliza una retórica incendiaria, poco conciliadora, en la que, en el fondo, no se aprecia la voluntad política de solucionar los problemas que señala de manera constante.

Las caravanas migrantes que en los últimos meses salieron de Centroamérica y que, hasta el día de hoy, siguen transitando por territorio nacional, son muestra inequívoca de la condición social y económica de los países expulsores de migrantes; el abandono del lugar de origen es consecuencia de la pauperización de las condiciones de vida y, por tanto, para intentar frenar tal situación, es necesario atender las causas que originan ese fenómeno social.

Según datos de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR), en la actualidad, en todo el mundo, cada dos segundos una persona se ve obligada a desplazarse como resultado de los conflictos internos de su país de origen.

Al día de hoy, se están presenciando los niveles de desplazamiento más altos jamás registrados en nuestra historia; se estima que 68.5 millones de personas en todo el planeta se han visto obligadas a huir de sus hogares. Entre éstas se cuentan aproximadamente 25 millones en calidad de refugiadas; más de la mitad, menores de 18 años. 

A lo largo de las negociaciones llevadas a cabo en Washington para alcanzar un acuerdo que detuviera la imposición arancelaria, el Jefe del Estado mexicano se pronunció en favor del diálogo y la cooperación bilateral, para que ambos países enfrenten de manera conjunta el fenómeno migratorio. De conformidad con la doctrina Estrada, Carranza o Juárez en materia de política exterior, México no puede permitir el intervencionismo, el imperialismo o la sumisión frente a una potencia extranjera.

Finalmente, se alcanzó el acuerdo ya conocido. Sin embargo, sigue sin ser entendible la pretensión estadounidense de entablar un “diálogo” entre naciones, luego de haber amenazado con gravar a las exportaciones mexicanas, si nuestro gobierno no atendía exigencias migratorias de la Unión Americana. Es decir, ¿en qué momento decidieron ambos gobiernos empalmar, en la agenda bilateral, el tema estrictamente comercial, con los temas de migración, inseguridad y  desplazamientos forzados?

La imposición de impuestos y aranceles a los productos que ingresan a suelo estadounidense se ha convertido en una de las armas predilectas del actual gobierno del vecino del norte.

En un primer momento, parte de la justificación para imponerlos a los productos mexicanos fue proteger las industrias de EUA y a los productores de aquel país, y la respuesta mexicana no se hizo esperar, pues también el gobierno de nuestro país decidió gravar con aranceles productos de la Unión Americana.

En tal estado de cosas, México hizo frente a uno de los problemas económicos más importantes de los últimos años, pues de presentarse una guerra arancelaria con nuestro vecino del norte, los resultados no serían nada alentadores puesto que, es bien sabido, que Estados Unidos es el principal socio comercial de México.

El Senado de la República es partidario de agotar todas las vías diplomáticas, en el marco constitucional, para solucionar la tensa situación que vivieron ambos países, pero no estamos de acuerdo con que México se convierta en un tercer país seguro.

No obstante, la postura del titular del Ejecutivo federal contó con nuestro respaldo total. El mensaje del presidente de la República fue muy claro: México no entraría a la confrontación; se buscaría en todo momento apelar al diálogo y a la concordia, pero no por ello se cederá a las exigencias de un poder externo.

Se avecina el proceso electoral norteamericano de 2020, y analistas coinciden en que la plataforma para buscar la reelección tendrá como eje un discurso ácido, que busque captar al electorado más radical de Estados Unidos; lo que paralelamente contribuye a exacerbar el racismo en buena parte de la Unión Americana, elementos que estuvieron presentes en la campaña presidencial de 2016.

En los próximos días se llevará a cabo la cumbre del G20, a la que asistirá una delegación diplomática mexicana encabezada por los secretarios de Relaciones Exteriores y de Hacienda.

Hay gran expectación por la importancia del foro, por los acuerdos que se puedan generar entre ambos países para dar solución a las tensiones actuales, las cuales están nublando el panorama económico de dos importantes socios comerciales.

Incluso el ala republicana norteamericana es consciente de los problemas que enfrentará su país si su presidente se empeña nuevamente en desatar una batalla comercial, y han manifestado su inconformidad de iniciar una guerra arancelaria.

En México, el Senado de la República ha iniciado los trabajos para revisar el T-MEC, para ratificarlo y proceder a su formal entrada en vigor, de modo que se regularicen los lazos comerciales entre los tres países de América del Norte. Se espera que las amenazas tuiterasdel primer mandatario estadounidense se queden sólo en eso.

La coyuntura geopolítica es bastante compleja, pero el Poder Legislativo mexicano seguirá pendiente de lo que suceda en fechas próximas; conscientes de que las decisiones que se tomen serán determinantes para el futuro inmediato de nuestro país.