¿Cuentos años tengo?  Ay: ¡No, increíble!  Si aún me veo bien,  soy autosuficiente, pero si, ni modo,  tengo menos tiempo para vivir. Dios mío…¡agárrame confesado!

Reflexiono largo rato y luego me empiezo a sentir como aquel  chiquillo que ganó un paquete de golosinas y las primeras se las comió  de un solo bocado, pero cuando se dio cuenta de que quedaban pocas, comenzó a saborearlas una a una , prolongando el tiempo del dulce deleite.   

Sí, sí, además también me cayó el “veinte” de que ya no tengo tiempo para esas estúpidas  reuniones interminables, con personas que se niegan a crecer a pesar de su edad cronológica. Y menos tengo tiempo para soportar mediocridades.

No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados, ni tolero a los ventajosos  y maniobreros. Huiré de los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.

Eso sí, de hoy en adelante quiero vivir al lado de gente que sepa reír de sus errores. Que no se envanezca, con sus triunfos. Que no huya, de sus responsabilidades. Que defienda la dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.

Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas. …Gente a quien los golpes duros de la vida le hayan enseñado a crecer con toquecitos suaves en el alma

Eso es lo que quiero. Tengo prisa por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.

Sí, si … quiero la esencia de las almas porque mi alma tiene prisa.…

Versión de quien escribe, basada en un texto del poeta Mario de Andrade,  musicólogo brasileño.

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