Por: Ricardo Monreal Avila
El 2020 que está llegando a su ocaso es considerado por la mayoría de la población como uno de los años mas catastróficos a nivel mundial; los estragos de la pandemia se han dejado sentir con fuerza en todos los ámbitos de la vida de la sociedad, principalmente en los sectores salud, educativo, laboral y turístico.
El 2020 se ha visto eclipsado por la pandemia del SARS-CoV-2; sin embargo, algunos países fueron más afectados que otros; los daños fisiológicos, económicos o sociales han sido más graves en las naciones menos desarrolladas, en donde a la población le ha costado más trabajo asimilar y adaptarse a vivir con la presencia del nuevo coronavirus, ya que la crisis sanitaria ha impuesto la obligación de modificar de manera súbita muchos de los hábitos, costumbres o prácticas del día a día.
Esta nueva realidad social que implica familiarizarse con los confinamientos prolongados, debido a la pandemia que azota al mundo, exige la adaptación o el acondicionamiento a nuevas formas de socialización, y de interacción con los dispositivos tecnológicos, las plataformas digitales y las tecnologías de la información y de la comunicación, ya que estas últimas se han vuelto parte indispensable para poder realizar las actividades esenciales de carácter laboral, escolar o familiar.
Actualmente, la pandemia ha forzado cambios radicales en el comportamiento de las personas en los más variados ámbitos de la vida social; ante este escenario, se ha presentado una tendencia acelerada de nuevos procesos de desarrollo, que implican mejoras e innovaciones tecnológicas, para poder satisfacer las necesidades de la población que vio interrumpido su tren de vida de manera repentina debido a la crisis sanitaria.
Con independencia de los resultados positivos que esperamos luego de la aplicación de la nueva vacuna contra la COVID-19, no se debe dejar de lado en la agenda pública la naturaleza prioritaria del tema de la brecha digital y de la accesibilidad de la mayoría de la población a las tecnologías de la información y de la comunicación.
Antes de que termine este 2020 podríamos hacer un ejercicio de análisis y reflexión para identificar los retos que tenemos por delante y las lecciones aprendidas. Este año que está por concluir estuvo marcado desde sus comienzos por las implicaciones o coimplicaciones de la crisis sanitaria; la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaraba en enero emergencia internacional “pandemia”, por la rápida propagación del brote del SARS-CoV-2, al mismo tiempo que se difundía que los grupos más vulnerables eran las personas adultas mayores y las personas con enfermedades crónicas.
En México, a finales de febrero, las autoridades de salud dieron a conocer el primer caso detectado de COVID-19. Los primeros estados que presentaron contagios de este mortal agente patógeno fueron Sinaloa y la Ciudad de México.
Desde el mes de marzo, el Gobierno federal adoptó una serie de medidas y tomó decisiones estratégicas para evitar la propagación del coronavirus en el país; se informó, entre otras asuntos, de la suspensión de clases en escuelas de educación básica y media superior, y se dio a conocer la “Jornada Nacional de Sana Distancia”, mediante la cual se suspendían las actividades no esenciales y los eventos masivos.
Asimismo, se ordenó la suspensión de las actividades no esenciales del Gobierno federal, y el Poder Judicial informó que suspendía sus labores administrativas y legales; mientras, ambas cámaras del Congreso de la Unión continuaron con las labores legislativas, aunque con protocolos estrictos y medidas urgentes de carácter sanitario. En el aspecto bilateral, se decretó un cierre parcial de la frontera México-Estados Unidos, quedando abierta sólo con fines económicos.
Luego de meses de enfrentar la pandemia, el día de ayer, 23 de diciembre, arribaron a territorio nacional las primeras dosis de la vacuna de Pfizer, correspondientes al primer contrato de precompra realizado por el Gobierno federal, que incluye hasta 34.4 millones de dosis, lo cual hace de México el primer país de América Latina en obtener la vacuna, y uno de los 10 primeros en el mundo.
El día de hoy inicia la primera fase del plan de vacunación voluntaria y universal en nuestro país, que estará recibiendo de Pfizer poco más de un millón 400 mil dosis de esta vacuna entre el día de ayer y el 31 de enero, aunque también tiene millones de dosis aseguradas con otras farmacéuticas, que llegarán paulatinamente, para poder administrarlas a todas las mexicanas y los mexicanos que así lo deseen.
La vacunación está iniciando en el país, pero el camino apenas inicia, y seguramente habrá obstáculos y demoras para los cuales debemos prepararnos. Es importante mantener estrictas medidas de prevención y control de los contagios, hasta que todas y todos estemos seguros.
Sin embargo, además de todo lo relacionado con la pandemia, este año se suscitaron una serie de eventos relevantes a nivel internacional, recuérdense la serie de incendios en Australia, el movimiento Black Lives Matters, la explosión en el Líbano, la caída de los precios internacionales del petróleo, el rebrote de sarampión en Latinoamérica, la aparición de especies invasivas, como el avispón asesino, y los pormenores en torno a la polarizada elección presidencial en los Estados Unidos.
Y en México, además de lidiar con la crisis sanitaria, padecimos brotes alarmantes de dengue en Jalisco, la explosión de una pipa de gas en Nayarit, un sismo de magnitud 7.5 en Oaxaca, el paso del Huracán Delta y un largo etcétera de calamidades y desastres que pusieron a prueba, como nunca, nuestra resiliencia. La mejor muestra de ello es la estrategia para la recuperación de Tabasco y Chiapas luego de las inundaciones sin par que allí tuvieron lugar, y en donde el Gobierno federal comenzó ya a entregar la ayuda, que hasta el momento ha consistido en 250,000 apoyos directos de $10,000 cada uno; 180,000 despensas iniciales, y enseres domésticos a todos los hogares afectados, entre otros.
De lo acontecido en el 2020 se pueden extraer importantes lecciones y pendientes, pero también se pueden obtener experiencias esperanzadoras; ahí tenemos el compromiso, la determinación el profesionalismo y la resiliencia de la comunidad científica y de la comunidad médica, así como de las heroínas y los héroes que laboran en el sector salud, quienes de manera incansable han dado la batalla por un país y un mundo mejores.
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