Por: Rosa Chávez Cárdenas
El mundo entero está sufriendo por la coronacrisis, la epidemia sanitaria que causó la crisis económica más complicada de la historia moderna.
Cuando una enfermedad se convierte en pandemia, las personas se muestran preocupadas, con miedo, un estado de indefensión.
Las redes sociales han contribuido al caos, todos son expertos en el tema y discuten defendiendo ideas.
Cuando las cifras de enfermos no bajan los políticos culpan a los ciudadanos y restringen la libre circulación. El confinamiento se ha convertido en un problema psicológico: “el síndrome de Estocolmo”. Un estado de confusión, un trastorno psicosocial temporal o permanente similar a las personas secuestradas. Consiste en mostrarse comprensivo y benevolente con los secuestradores, el miedo, la incertidumbre los lleva a identificarse con sus ideas.
También sucede en personas en calidad de maltrato o privadas de su libertad, tal cual sucede en el confinamiento durante la pandemia.
Para mitigar la ansiedad, los mecanismos de defensa inconscientes tratan de buscar culpables.
La epidemia inició en China luego se convirtió en pandemia de manera que las personas de ascendencia asiática han sido blanco de críticas, cargan con el estigma de su alimentación. Aseguran que brotó por comer murciélagos, siguieron los que viajaron a Oriente y ya en estado de pérdida de congruencia cerraron los ingresos de los pueblos y lugares turísticos, largas filas esperan para identificarse. Cuidado con tener temperatura porque casi los linchan.
Son tantas las hipótesis de especulación que ya no sabemos la causa del inicio.
En nuestro país, los profesionales que trabajan en el Sector Salud, son blanco de ira y hostilidad. Les han tirado cloro en la cara, y los golpean cuando viajan en camión. Seguramente, sin las redes sociales, la pandemia no hubiera viajado tan rápido. Los estigmas se contagian como el virus.
Vamos revisado los tipos de personalidad que se encuentran compartiendo en las redes sociales por Internet:
La CATASTROFISTA, busca obsesivamente el número de fallecidos en todo el mundo, comparte estadísticas y formas de enfermarse, lava cada cinco minutos sus manos, duerme poco, come mucho. Niega que tenga ansiedad y asegura que todos vamos a enfermar y pocos se recuperan, imposible que salga a la calle.
La FELISÓLOGA, desde temprano envía mensajes: Dios te bendiga, cuando hablan de la crisis, responde que confíen en Dios, asegura que nos está dando una lección por alejarse de él. No faltan las cadenas de oración, mensajes del Papa y frases de motivación.
La REALISTA, es pragmática (doctrina filosófica que adopta como criterio la utilidad práctica, identificando lo verdadero) Busca información en fuentes confiables, con respuestas útiles y prácticas. Deja de lado los prejuicios y las especulaciones sin fundamento. Los amigos envían información esperando opiniones para formar criterio, sabedores de que convencer, no es tan fácil de lograr. Reconoce cuando se equivoca. Acepta que también padece ansiedad, y no niega que le preocupa la situación económica más que las cifras alarmantes de la enfermedad.
Tolera a la felisóloga, pero no acepta a la Catastrofista, la considera ave de mal agüero, publicista de profecías que regularmente se convierten en autocumplidoras.
Para mitigar la ansiedad de la que nadie estamos exentos, atiende las señales. Identifica cuando pierdas la capacidad de maniobra, busca atención de un psicólogo, en línea o en un consultorio.
Trata de llevar un horario sin ser rígido: no te quedes con la ropa de dormir todo el día, señal de que ya los está atrapando la depresión.
Evita el abuso de alcohol, es un evasor del miedo, pero atrapa fácilmente en la adicción. Horario para dormir, deja el dispositivo, aléjate de noticias que causen miedo y ansiedad, habla de tus temores con personas que no te juzgan, ejercítate, no hay pretexto, subir y bajar escaleras, busca rutinas de ejercicio.
Ayuda a otros. Es bueno sentirte útil. Busca oportunidades: o te dejas llevar por los catastrofistas o se te ocurre un negocio extraordinario.
Solo te recuerdo que Carlos Slim se hizo millonario en la crisis del 94 y Vázquez Raña del Grupo Ángeles compró hospitales en situación de insolvencia. Pensó que en las crisis se incrementan los enfermos. No pierdas la esperanza.